viernes, 20 de febrero de 2009

El Tercer Mundo y los cajeros automáticos


El 25 de junio de 1967, el británico John Sheperd-Barron estaba cagando cuando se le ocurrió la idea de una máquina que permitiría retirar dinero en cualquier lugar, y el importe sería después remitido electrónicamente a la cuenta bancaria de uno. Unos meses después se inauguraba el primer cajero automático. Lo que Sheperd-Barron no sospechaba es que su invento iba a tener tanto éxito que, cuando éste falla, a algunos se nos iba a complicar la vida.

Durante años me he mofado de la historia de aquel sueco que llegó a los campos de refugiados saharauis en Tindouf y preguntó dónde estaba el cajero. Pero un tiempo después, en Argelia, iba a encontrarme en las mismas. Estaba con un amigo (no diré su nombre, porque sospecho que tiene una reputación que mantener), y ambos habíamos gastado ya el dinero que habíamos cambiado al llegar. Yo había visto cajeros por ahí, así que no me preocupaba demasiado. Pero, ay, los cajeros argelinos operan sólo dentro del sistema bancario nacional, así que no es posible retirar dinero con una Visa o una Mastercard. No quiero recordar la cara de imbéciles que se nos quedó cuando lo descubrimos (esa noche tuvimos que aventurarnos a cruzar el barrio más peligroso de Argel para comprar un mísero plátano para cenar con los cuatro dinares que nos quedaban). Al final, en un hotel de cinco estrellas, nos permitieron hacer un pago con tarjeta, reembolsándonos la cantidad y con una comisión escandalosa.

Desde entonces, antes de cada viaje me aseguro de que en el país donde voy haya cajeros internacionales. Asia, en ese sentido, suele ser benevolente: hasta en China funcionan con este sistema (es más: el pasado enero, en Berlín, vi que en la mayoría de los hoteles aceptaban ya las tarjetas de crédito chinas. Los chinos prosperan, y están empezando a viajar mucho…). En Nepal hay un ATM en cada esquina, y todos aceptan Visa. Pero a veces, eso da igual: seguimos en el Tercer Mundo.

Ayer me disponía a sacar dinero del cajero. Introduzco mi pin, la cantidad, y cuando estoy a punto de retirar el dinero, ¡zas!, corte de luz. El cajero se apaga y de allí no sale absolutamente nada. No obstante, después comprobaré en mi cuenta que el dinero ha sido cobrado. ¿A quién reclamar, cuando en el teléfono de atención al cliente no responde nadie; cuando lo hacen, la señorita no habla ni una sola palabra de ninguno de los idiomas de la Cristiandad; y cuando además me marcho al día siguiente? Y además, ¿cómo probar lo que ha sucedido? Técnicamente, yo he retirado ese dinero…

Ocurre que estoy intentando además hacer una gestión en un ministerio –donde, qué sorpresa, tampoco cogen el teléfono nunca-, así que cada media hora paso por una cabina a telefonear. Y cada vez, de paso, intento lo del servicio técnico del cajero. Al final, un tal Mister Shambu Thapa responde en inglés. Le explico la situación, el tipo lo comprende a la primera, comprueba mi número de tarjeta y las circunstancias, y me dice que en efecto, ha habido un problema, y que me reingresará el dinero en unos días.

Estilo propio para crear problemas, estilo propio para resolverlos. Aunque me parece que la comisión no me la va a devolver nadie…


5 comentarios:

  1. Que todos los problemas sean como esos, eh Dani? Un abrazo desde los madriles!!

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  2. Nada Dani, podias haber desvelado el misterio. No te preocupes por proteger mi reputacion, que es poca y mala.

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  3. ¡¡¡¡¡Queremos otra entrada ya!!!!

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  4. No sé si este comentario llegará. La tecnología me pilla ya un poco viejita... Me llamo Teresa Arnal y me encontré a tu madre en Huesca. Me dio noticias tuyas y me pareció todo muy interesante lo que me contaba de ti. Me va a facilitar una copia de "El rumor de la arena" que utilizaré con buenos fines. Salud

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  5. Una entradita por favor, o un emilio breve quejándote de algo o mandándonos abrazos o lo que te apetezca. Este finde ha sido la despedida de soltero de Miguelón. Sin ti, y con sus amigos de la facultad todo ha sido como te podrás imaginar, muy light. Pero lo hemos pasado muy bien, con batalla de paintball incluída. Un abrazo amigo!!

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