jueves, 19 de agosto de 2010

La tormenta perfecta


Extracto de un manual de historia contemporánea editado en el año 2030:



“Finalmente, en agosto de 2010, el presidente Sarkozy inició las expulsiones de gitanos sin papeles y de aquellos que hubiesen cometido pequeños delitos. La opinión pública francesa, así como la europea en general, agobiada por el peso de la crisis económica, se mostró pasiva, cuando no apoyó abiertamente la medida. Ésta era imitada a los pocos meses por el gobierno italiano de Silvio Berlusconi. Austria, Holanda y Suiza iniciaron también tímidos procesos de expulsión de inmigrantes no regulados o considerados “indeseables”. En su momento, se publicaron informes de que la marina de Malta había hundido en el Mediterráneo varias pateras que pretendían llegar a sus costas, aunque nunca pudieron verificarse.

La crisis económica estaba haciendo mella en los países de la Europa meridional. En Grecia, las medidas de ajuste aprobadas por el gobierno de Papandreu provocaron una oleada de protestas sociales duramente reprimidas por las fuerzas del orden. Esta dinámica culminó en el resurgimiento de grupos armados de extrema izquierda, que comenzaron a asesinar a destacados periodistas, políticos y miembros de los cuerpos de seguridad.


A los pocos meses estallaba la guerra en Oriente Medio, con un ataque preventivo israelí contra instalaciones nucleares iraníes. Irán respondió no sólo militarmente, sino también económicamente, cerrando el estrecho de Ormuz. El precio del barril de petróleo se disparó, agravando la crisis económica en todo el mundo.

(…) La extrema derecha nacionalista barrió en toda Europa Oriental. En la occidental, más próspera económicamente, los partidos tradicionales giraron hacia la derecha, blindando sus políticas migratorias. El empobrecimiento de grandes masas de la clase media condujo a un aumento de la inestabilidad social, y no tardaron en producirse los primeros choques de claro signo racista en Italia, Francia y España, donde grupos de exaltados comenzaron a atacar a temporeros inmigrantes en las regiones de Cataluña, Levante y Andalucía. En Italia, no obstante, los inmigrantes estaban más organizados que en otros lugares, y no tardaron en defenderse, produciéndose los primeros muertos europeos en enfrentamientos callejeros.

Mientras tanto, la guerra en Oriente Medio no dejaba de escalar. Irán reaccionó contra el apoyo económico y logístico que los países de Europa Occidental daban a Israel mediante el terrorismo, colocando bombas en las principales capitales europeas, igual que había hecho, con éxito, en los años 80 del siglo anterior durante el conflicto Irán-Irak.

La islamofobia latente, que venía cocinándose lentamente en toda Europa desde el 11-S y los subsiguientes conflictos de Afganistán e Irak, explotó. Se produjeron pogromos contra árabes magrebíes y de Oriente Medio, subsaharianos, e incluso indios y paquistaníes. Cuando los gobiernos de Francia y Alemania decidieron unirse a la guerra en el Golfo Pérsico en apoyo de la coalición ya existente entre Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña, se crearon campos de concentración en las afueras de las principales ciudades europeas para alojar a la población musulmana inmigrada, de la que ahora se sospechaba como posibles quintacolumnistas…”

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¿Ciencia ficción? El setenta por ciento de lo que cuento ya ha ocurrido…


martes, 17 de agosto de 2010

Metralleta de artículos


Llevo bastante tiempo sin actualizar el blog. Como no tengo tiempo de escribir cosillas originales, aquí van algunos de los reportajes más salvables de los últimos meses, publicados en ABC y Mediterráneo Sur...


¿La flotilla de Hamás? No, de Erdogán


Publicado originariamente en ABC el 05/06/2010

¿La flotilla de Hamás? No, de Erdogán

La organización que fletó los barcos, bien relacionada con el gobierno turco

Daniel Iriarte - Estambul

Se dice que en Turquía se puede saber la filiación política de un hombre atendiendo a su bigote. De ser así, las decenas de varones aquí reunidos son sin duda votantes de Erdogán, pues casi todos lucen mismo el bigotito ralo que el primer ministro turco. Nos encontramos en la sede del IHH, la organización de ayuda humanitaria musulmana que organizó la flotilla a Gaza, y que ahora acoge a muchos de los pasajeros que iban en el ‘Mavi Marmara’, el barco asaltado por comandos israelíes en la madrugada del lunes.


Hay un trasiego incesante de personas con bandejas, que ofrecen tés, zumos, caramelos. El aire acondicionado zumba a plena potencia: en el IHH trabajan muchas mujeres, todas ellas con velo y ataviadas con largas gabardinas, a pesar del calor veraniego que ya empieza a hacer en Estambul. Al presentarse el reportero de ABC, se niegan a estrecharle la mano.

En las oficinas, las estanterías están llenas de libros sobre conflictos que implican a musulmanes, desde el sur de Tailandia hasta Srebrenica, en Bosnia. Los pasillos rebosan de activistas turcos y europeos. Éstos partirán para sus países al día siguiente, pero hoy se les necesita aquí: se les pide que escriban un testimonio de las presuntas violaciones de derechos humanos de las que fueron testigos, para preparar un informe detallado. “¿Para dónde?”, preguntamos. “Para la OTAN”, responden.

La IHH no recibe financiación pública, pero sus donantes son en su mayoría empresarios piadosos de Anatolia, la llamada ‘burguesía verde’, con buenos contactos en el gobierno. Durante meses, la ciudad de Estambul ha estado empapelada con carteles gigantes de la llamada ‘Flotilla de la Libertad’. “¿Acaso crees que es posible semejante despliegue sin la complicidad de las autoridades?”, decía, unos días antes, Alí, uno de tantos turcos laicos crítico con los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), que hoy gobierna Turquía.

Sin duda no lo es. Lo cierto es esta flotilla no era la primera en desafíar el bloqueo naval israelí. La Plataforma Free Gaza, la otra organizadora de la expedición, ya había enviado otros ocho barcos anteriormente, de los cuales cinco lograron romper el cerco. Esta vez, en cambio –el primero en el que participaba la IHH-, se le había dado mucha más publicidad al evento: el desafío a los israelíes era demasiado grande.

Según las encuestas, el conflicto palestino-israelí es el problema internacional que más preocupa a la opinión pública turca. Por eso, muchos analistas creen que el AKP pretendía aprovecharse políticamente de la flotilla, que ha gozado de un tratamiento privilegiado. Tanto si el ‘Mavi Marmara’ lograba llegar a Gaza como si no, Erodgán salía ganando.

Tal vez por eso, en la IHH, la atmósfera es triunfal, militante, a pesar del trágico desenlace. Israel acusa a esta organización de estar relacionada con Hamás y Al Qaeda, aunque no ha aportado pruebas concluyentes. "Nuestra organización trabaja junto a la ONU en Palestina. Nuestras cuentas bancarias son claras y abiertas", se defiende Durmus Aydin, vicepresidente de la ONG.

En 1997, la policía turca hizo una redada en la sede de la organización, en la que encontró armas, explosivos y manuales yihadistas, así como documentación que probaba que planeaban enviar combatientes a Bosnia, Chechenia y Afganistán. Hoy día, en cambio, la IHH mantiene planteamientos más moderados, y está mejor relacionada con el poder. En aquella época, los militantes lucían frondosas barbas, al estilo del profeta Mahoma. Los tiempos, al parecer, han cambiado.

La cuestión armenia, piedra de toque


(Publicado originalmente en Mediterráneo Sur)

La cuestión armenia, piedra de toque

Daniel Iriarte - Ereván

Abril 2010

"¡Reconocimiento!”, piden a gritos los miles de personas que desfilan por las calles de Ereván a la luz de las antorchas. Cada 23 y 24 de abril, los armenios conmemoran las masacres sufridas por su pueblo en la época final del Imperio Otomano marchando hasta el Monumento al Genocidio que corona la ciudad.

Esta cuestión, la muerte de cientos de miles de armenios —algunas fuentes hablan de hasta un millón y medio— a manos de los turcos, envenena las relaciones entre Turquía y Armenia desde hace un siglo.

El pasado jueves el gobierno armenio, alegando mala fe por parte de Turquía, congeló unilateralmente los protocolos de normalización de relaciones diplomáticas entre ambos países, firmados en octubre. El día anterior, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan había ligado estos protocolos a la resolución del conflicto del Nagorno-Karabaj, que enfrenta a Armenia con Azerbayán, aliada de Turquía.

La posición de Erdogan no es nueva: hace un año, el primer ministro había declarado que la frontera se abriría “sólo cuando termine la ocupación de Nagorno-Karabaj”. Este territorio de Azerbaiyán, de población mayoritariamente armenia, proclamó su independencia en 1992 y fue apoyado por el gobierno armenio con tropas y armamento. Como respuesta, y para expresar su solidaridad con Azerbaiyán —un estado de habla turca con el que Turquía mantiene excelentes relaciones—, Ankara clausuró todos los pasos en los 330 kilómetros de frontera que comparte con Armenia.

La normalización de las relaciones pareció anunciarse tras un partido amistoso de fútbol entre ambos países en la capital armenia, en septiembre pasado, y un esfuerzo de mediación de Suiza. La primera piedra para la reconciliación, no obstante, se puso en 2007. En enero de ese año, el asesinato del intelectual turco-armenio Hrant Dink a manos de un ultranacionalista en Estambul sacudió los cimientos de la sociedad turca, especialmente después de que el asesino fuese saludado como un héroe nacional por algunos miembros de las fuerzas del orden: se publicaron fotos del pistolero en actitud fraternal con los policías que lo habían detenido. Durante días, cientos de miles de personas, entre ellas el premio Nobel Orhan Pamuk, se manifestaron bajo el lema “Todos somos armenios”. Tras el crimen, el presidente Abdulá Gül fue el primer líder turco en visitar la Armenia independiente.

El comentario de Erdogan y la respuesta armenia parecen haber bloqueado esta evolución. Se cree que Ankara teme ante todo el revanchismo histórico. “Erdogan ha pedido que se deje la discusión sobre el genocidio a una comisión histórica binacional. Pero no es algo a debatir, es un hecho”, afirma Tatoul Harouliunyan, representante del partido ultranacionalista armenio Dashnaksutyun, quien no oculta su satisfacción por el fracaso del proceso. “No es una cuestión histórica, sino jurídica”, dice.

Afirmaciones como ésta agitan uno de los grandes fantasmas de Turquía: la cuestión de las reparaciones, que podrían suponer incluso un nuevo trazado de fronteras. “Tras el reconocimiento, el siguiente paso, de forma automática, son las compensaciones, incluyendo la devolución de territorio de Armenia occidental”, dice Harouliunyan, refiriéndose al actual este de Turquía. En Armenia, el partido Dashnaksutyun apenas alcanza un 7 por ciento de votos, pero su peso en la diáspora armenia —muy influyente tanto política como económicamente— es enorme.

“En términos económicos, esto no cambia nada, porque la frontera lleva cerrada desde 1993. Desde entonces, comerciamos a través de Georgia e Irán”, explica Arsen Ghazaryan, copresidente del Consejo de Desarrollo Empresarial Armeno-Turco, cuya oficina está a apenas diecisiete kilómetros de la frontera. A pesar de ello, para llegar por tierra hay que dar un rodeo por la vecina Georgia.

Ahora mismo, el volumen de negocio entre Turquía y Armenia es de unos 90 millones de euros, cifra que, de abrirse la frontera, alcanzaría de inmediato los 225 millones, según este Consejo Empresarial. “Está claro que la apertura va en interés de ambas partes”, dice Ghazaryan.

Sin embargo, el pasado parece un obstáculo muy difícil de salvar. Aunque Turquía admite su responsabilidad en la muerte de unos trescientos mil armenios, se niega a aceptar el término genocidio. La versión oficial asegura que esas muertes no se produjeron de forma intencional, sino como consecuencia de deportaciones en masa mal planificadas.

“Esta decisión no estaba destinada a acabar con los armenios, y no estaba motivada por un sentimiento racista similar al antisemitismo. Fue una medida de guerra contemplada en el anexo de la Convención de Ginebra“, asegura Mehmet Perinçek, historiador negacionista turco que tiene la entrada prohibida en Suiza por este motivo.

No obstante, más de veinte países reconocen oficialmente estos hechos como genocidio, entre ellos Rusia, Canadá o Francia. El pasado marzo, el gobierno sueco se unió a la lista, mientras que unos días antes una comisión del Congreso estadounidense había votado una resolución favorable en este sentido. Estos días, en las calles de Ereván, algunos manifestantes lo celebran enarbolando banderas norteamericanas. Ante el paso atrás de Armenia, Erdogan se ha limitado a declarar: “Ellos sabrán”.


Mubarak ya tiene rival


(Publicado originariamente en Mediterráneo Sur)


Mubarak ya tiene rival

Daniel Iriarte - Julio 2010

Se avecinan grandes tiempos para Egipto. La salud del presidente-dictador Hosni Mubarak, de 83 años, está visiblemente quebrada. Se rumorea que tiene cáncer, lo que explicaría su visita relámpago a un hospital parisino la semana pasada. Los mecanismos del régimen ya se han puesto en marcha para asegurar la sucesión en la persona de su hijo, Gamal Mubarak, quien, entre otras cosas, está promocionando un programa nuclear egipcio al estilo del iraní.

Pero el año que viene hay elecciones en el país, y algunas cosas podrían cambiar. No nos engañemos: a pesar de la existencia de un parlamento, el régimen egipcio es una dictadura en la que hay entre 5.000 y 17.000 presos políticos, dependiendo de las fuentes. La tortura es la manera normal de tratar a los detenidos, tanto comunes como políticos (una práctica estándar es la violación con palos de escoba). Pero Egipto es también el tercer receptor de ayuda militar norteamericana en el mundo (tras Israel y Colombia), y los estadounidenses necesitan de la fachada democrática, una vez acabadas las turbulencias de la Guerra Fría.

Y, por primera vez en mucho tiempo, Mubarak tiene un contrincante serio. Mohamed Baradei, antiguo director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, concurrirá a los comicios. El último tipo que le hizo sombra al 'rais', el político Ayman Nour, fue encarcelado durante cuatro años. Pero es improbable que el régimen se atreva a hacer lo mismo con Baradei, que tiene un perfil mucho más internacional y cuya detención sería un verdadero escándalo.

Baradei cuenta con el apoyo de una ya veterana plataforma de oposición civil, Kifaya (Ya Basta), que, no obstante, apenas moviliza a un mínimo sector de población, principalmente profesionales liberales de El Cairo. En su mayoría, la sociedad egipcia está altamente despolitizada. El país estuvo al borde de la revolución en 2008, cuando la crisis mundial de los alimentos condujo al país a la carestía, y asistimos a los disturbios en las puertas de las panaderías. Mubarak lo entendió perfectamente, e inmediatamente puso al ejército a hacer pan: el rais jamás caerá por falta de libertad, pero los egipcios no dudarán en echarse a la calle si no hay comida.

También por este
motivo, en los últimos dos años los sindicatos han ganado mucha fuerza, puesto que el hundimiento de la economía global ha puesto a muchos trabajadores contra las cuerdas en la lucha por la supervivencia diaria. La economía egipcia está controlada, literalmente, por cuatro familias adeptas al régimen. Son muchos los egipcios, tanto entre la clase trabajadora como entre la burguesía, que creen que el régimen les está robando lo que les corresponde, por lo que ven favorablemente la idea de un cambio, el que sea.

Los Hermanos Musulmanes son la única fuerza de oposición organizada que goza de cierta implantación: un sexto de los diputados de la Asamblea son candidatos 'independientes' en realidad vinculados a la Hermandad. Su programa político, resumido en la frase “El islam es la solución”, resulta cercano a las grandes masas campesinas musulmanas de Egipto, donde cerca de un 70 % de la población no sabe leer ni escribir. Su poder inquieta no sólo al régimen —que no tiene otro remedio que tolerarles—, sino también al 12% de cristianos coptos que viven en Egipto, quienes ven con aprensión cómo gana poder un movimiento que siempre se ha expresado de forma ambigua sobre su disposición a implementar la sharia en el país.

Ahora acaba de anunciarse que también los Hermanos Musulmanes apoyan la candidatura de Mohamed Baradei a la presidencia, lo que convierte al ex diplomático en un rival formidable. Tal vez los Mubarak logren perpetuarse en el poder, pero lo que es seguro es que, en las próximas elecciones, el balance de poder va a cambiar.


Aliados en horas bajas


(Publicado originariamente en Mediterráneo Sur)

Aliados en horas bajas

Turquía e Israel no han roto su veterana alianza militar, pese a que el ataque a la flotilla de Gaza sigue causando roces entre los dos países.

Daniel Iriarte - Estambul
Julio 2010

“Si los árabes han perdido a miles de personas, Turquía se puede olvidar de sus nueve muertos”. Así describe un alto cargo del Ministerio de Exteriores turco la postura de Israel, que califica de “grave error”. “Porque Turquía no se va a olvidar”, asevera.

Ha habido medidas de presión en ambos lados. Primero, Turquía cerró su espacio aéreo a los vuelos militares israelíes. Aunque la medida estaba tomada desde hace casi un mes, la noticia la filtró a finales de junio el diario israelí Yediot Ahronot, que hizo públicos los detalles de un incidente ocurrido el día anterior, en el que Turquía impidió a una aeronave militar israelí sobrevolar el país.

El avión transportaba a más de un centenar de oficiales de visita a Auschwitz (Polonia), y se vio obligado a dar un gran rodeo para evitar el espacio aéreo turco. Es el segundo incidente de estas características a lo largo de junio.

“La medida se tomó el pasado 31 de mayo”, declaró luego el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogán: es la fecha en la que comandos de la marina israelí asaltaron el barco turco ‘Mavi Marmara’, integrado en la flotilla que se dirigía a Gaza. El resultado ―nueve muertos, ocho de ellos ciudadanos turcos y uno estadounidense de origen turco― “ha dejado una profunda marca en el país”, según el alto cargo citado.

Acorde a fuentes diplomáticas turcas, la prohibición aérea sólo afectará a los vuelos civiles. Pero Ankara sigue exigiendo que Israel se disculpe formalmente antes de restablecer plenamente las relaciones diplomáticas y comerciales. Esta semana, el ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglo, reiteró la exigencia, amenazando con una “ruptura total”, si no se se producía. Su homólogo israelí, Avigdor Lieberman, lo ha descartado.

No faltan los observadores que creen que la tensión terminaría por diluirse. Turquía e Israel han sido socios estratégicos desde hace varias décadas, y los militares de ambos países mantienen muy buenas relaciones. Hace dos semanas, el ejército turco comenzó a utilizar ‘drones’ (aviones no tripulados) israelíes en su lucha contra la guerrilla kurda del PKK atrincherada en el norte de Iraq, y el ministro de Defensa turco anunció recientemente que la crisis no impediría la entrega de material militar de alta tecnología ya encargado a Israel.

De hecho, en la primera semana de julio, el equipo israelí que entrena al ejército turco en el empleo de estos aviones regresó a Turquía para retomar su trabajo. Poco después, el jefe del Estado mayor israelí, Gabi Ashkenazi, declaró ante una comisión de la Kneset (Parlamento) que la alianza militar con Ankara no se había roto. Firmó el prologo de un ensayo de su homólogo turco, publicado en la revista oficial de las fuerzas armadas israelíes, el Maarachot.

Pero estas demostraciones de alianza entre los militares no quitan que las relaciones, sobre todo las económicas, se han resentido. El volumen de comercio bilateral entre los dos países asciende a unos 2.500 millones de euros anuales. Los daños se notarán sobre todo en el sector del turismo. Unos 400.000 ciudadanos israelíes viajan cada año a Turquía, país para el que no necesitan visado. Por el momento. "Un mínimo de entre 70.000 u 80.000 reservas turísticas se perderán", asegura Basaran Ulusoy, jefe de la Asociación de Agencias de Viaje de Turquía.

Del mismo modo, 20.000 millones de dólares en proyectos conjuntos en agricultura, energía yaprovechamiento hidráulico penden de un hilo. A finales de junio, el ministro de Energía turco, Taner Yildiz, anunció que no se iniciarían nuevos proyectos con Israel "hasta que la situación se normalice".

También peligra la venta de diez aviones militares no tripulados de manufactura israelí que Turquía esperaba para finales de 2010. El ministro de Defensa, Vecdi Gönül, se abía apresurado a asegurar que la entrega se haría igualmente "en junio o julio", pero la escalada de la crisis lo hace improbable que se mantengan las fechas.

Tampoco ha ayudado la presunta conspiración antisemita que la policía turca ha desmantelado en Estambul. Las autoridades han arrestado a un ciudadano turco que, aseguran, planeaba el asesinato de varios rabinos de esta ciudad. El acusado ha negado los cargos. “Odio a los judíos, pero no pensaba matar a nadie”, ha asegurado Ismet Rençber, un veinteañero de adscripción masónica originario de la ciudad nororiental de Kars. La policía le ha detenido tras rastrear el envío de una carta con amenazas a una sinagoga de Estambul.

Entre la comunidad judía de Turquía, compuesta de unas 26.000 personas, la mayoría residentes en Estambul, hay quien ve una relación entre la crisis bilateral y un posible brote de antisemitismo, a pesar de que el primer ministro Erdogán puso un gran cuidado en establecer una distinción entre el estado israelí ―al que califica de “criminal”― y los judíos, especialmente los turcos.

“Estamos preocupados, porque la situación puede fácilmente convertirse en antisemitismo”, declaró al diario israelí Haaretz Ivo Molina, director del semanario Salom, editado en Estambul. “La retórica usada por el primer ministro ha sido muy radical”, asegura Molina.

Los judíos de Turquía ―muchos de ellos sefardíes, cuyos antepasados llegaron al país en los siglos XV y XVI― se consideran en su mayoría plenamente turcos. Sin embargo, los islamistas radicales los catalogan ante todo por su condición judía , por lo que los convierten en objeto de ataques y represalias con cierta regularidad. Por este motivo, las autoridades turcas han establecido desde el principio de la crisis estrictas medidas de seguridad para proteger la veintena de sinagogas existentes en Estambul, así como el Museo de la Cultura Judía en Turquía.

"La amistad de Turquía es muy importante. Perder la amistad de Turquía es un gran castigo", declaró hace unos días Erdogan en el Parlamento. El citado alto cargo ―no quiere que su nombre aparezca en la prensa― traza un contexto histórico más amplio: la ‘amistad’ ya empezó a perderse en 2008, cuando Turquía hizo de intermediario para las negociaciones de paz entre Israel y Siria. “Los negociadores israelíes se fueron de Ankara prometiendo que iban a llamar pronto para continuar con las conversaciones. Lo próximo que se supo es que Israel empezó a bombardear Gaza”, se queja.

Curiosamente, fue precisamente Bashar Asad, presidente de Siria, quien abogó en su reciente visita a España por no romper lazos entre Ankara y Tel Aviv, para no perder su intermediario: “Si no se recupera la relación entre Turquía e Israel, será muy difícil que Turquía juegue un papel en las negociaciones", algo que "afectaría a la estabilidad en la región", aseguró.

No parece probable que se llegue a este punto. “Si realmente estuviéramos embarcados en un rumbo de alejarnos de Israel, no habríamos apoyado su candidatura como miembro de la OCDE”, concluye el alto cargo citado. También rechaza que el acuerdo con Irán para enriquecer uranio en suelo turco, concluido en mayo, forme parte de una estrategia de viraje político: aquel convenio formaba hasta hace poco antes parte de la propia estrategia estadounidense, asegura.

En un aspecto, el gobierno del AKP, moderadamente islamista, y la oposición nacionalista y laica están unidos: la alianza con Israel forma parte de la ‘realpolitik’, y será difícil romperla, por muchos gestos que se hagan en público y por muy mal que vaya la diplomacia entre ambos países.


Cuestión de confianza


(Publicado originariamente en Mediterráneo Sur)

Cuestión de confianza

Turquía, Brasil e Irán buscan vías para continuar con el programa nuclear persa sin hacer saltar las alarmas en Occidente, pero no pueden evitar las sanciones.

Ilya U. Topper/Daniel Iriarte - Estambul
Julio 2010

La reunión era casi de sorpresa. El 25 de julio pasado, Ahmet Davutoğlu, ministro de Exteriores de Turquía y Celso Amorim, su homólogo de Brasil, se encontraron para desayunar en Estambul. En el almuerzo se les unió el responsable de Exteriores de Irán, Manouchehr Mottaki. En la mesa: el acuerdo de los tres países para continuar con el programa nuclear iraní sin dar lugar a sospechas.

“Reclamamos el derecho de todos los países, incluída la República Islámica de Irán, a la investigación, producción y uso de la energía nuclear con fines pacíficos, sin discriminación”. Con estas palabras, los presidentes de Irán y Brasil y el primer ministro turco ―Mahmud Ahmadineyad, Lula y Recep Tayyip Erdogan― habían sellado en mayo el acuerdo que permitirá a Irán transferir uranio levemente enriquecido a Turquía. Allí, el material será procesado y convertido en combustible para un reactor nuclear en Teherán.

Dado que Irán clama que su programa nuclear no tiene otro objetivo que el abastecimiento energético ―algo que la comunidad internacional consideraría legítimo―, esta iniciativa mitiga el riesgo de que Teherán se haga con la bomba atómica: dispondría de uranio pero no del conocimiento técnico para refinarlo hasta un punto que lo convierta en arma.

La reunión de los tres ministros reiteró un acuerdo que se lleva fraguando desde hace casi un año: el pasado octubre pareció abrirse una posible solución a la crisis nuclear iraní, cuando Naciones Unidas propuso que Irán enviase 1.200 kilos de uranio enriquecido al 3,5% para ser procesados en Francia y Rusia y recibir a cambio 120 kilos del mineral vez enriquecido al 20%.

Sin embargo, poco después, Irán rechazaba la propuesta, lo que hizo dudar de sus verdaderas intenciones y le acarreó la amenaza de nuevas sanciones. Ahora, no obstante, Irán acepta el trato, pero con una variante: el procesamiento se hará en Turquía.

Pero el respaldo de Ankara y Brasilia ―ambos buenos aliados de Estados Unidos y Europa― no ha podido evitar que al día siguiente, lunes, la Unión Europea aprobara una nueva serie de sanciones económicas contra Irán, las más duras hasta la fecha. Ankara no se sumó a ellas. “Respetaremos las sanciones impuestas por la ONU, pero no tenemos que ir más allá”, declaró el ministro de Finanzas turco, Mehmet Mehmet Şimşek.

Ya el 9 de junio, tanto Brasil como Turquía habían votado en contra de las restricciones, algo que disparó las especulaciones sobre un cierre de filas de Ankara con Teherán en detrimento de Occidente. Al coincidir la votación con la crisis entre Turquía e Israel por el asalto de éste país a la flotilla de Gaza, muchos imaginaron Ankara convertido en parte de un supuesto bando islamista internacional.

Algo totalmente falso, según un alto cargo de Exteriores turco, que explicaba recientemente la situación bajo condición de anonimato y rechaza “todas estas tonterías de un cambio de eje” político. En realidad, Ankara no se sale del guión occidental, asegura: “Nuestros amigos americanos están confundidos. Tanto Estados Unidos como Europa nos animaron a hablar con Irán, y al conseguir el acuerdo del intercambio de uranio creemos haber conseguido gran parte de lo que Washington y Bruselas quieren”.

Carta de Obama

“Fue Mohamed Baradei [entonces director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, AIEA] quien nos propuso este trato, y Turquía no hizo más que aceptar. Las negociaciones posteriores se hicieron siempre en estrecha consulta con Estados Unidos y la UE”, añade el asesor. Para dar más peso a sus palabras cita una carta dirigida a Ankara: “Será una importante medida de construir confianza si se sacan estos 1.200 kilos de uranio de Irán levemente enriquecido a través de Turquía”. Firmado: Barack Obama.

De hecho, Estados Unidos califica la transferencia de uranio fuera de suelo iraní de “paso positivo” y “reconoce los esfuerzos de Brasil y Turquía” en la mediación, pero critica duramente las declaraciones de los portavoces del gobierno iraní, que han asegurado que de todos modos continuarán enriqueciendo las mismas cantidades de uranio que hasta el momento, “lo cual es una violación directa de las resoluciones del Consejo de Seguridad”, según ha expresado Robert Gibbs, secretario de la Casa Blanca para Irán, en un comunicado. Explicó su preocuopación por “el constante fracaso de Irán a la hora de cumplir con sus propios compromisos”,

“Cuando se propuso el acuerdo, estos 1.200 kilos eran el 80 por ciento de la cantidad de uranio enriquecido; ahora sea tal vez el 50%”, admite el asesor. “Bien: saquemos esta cantidad y luego trataremos del resto” propone. “Votamos en contra de las sanciones en la ONU porque habría sido contradictorio con nuestra posición de negociador y porque creemos que no funcionarán: tampoco han funcionado las anteriores restricciones. Pese a las luchas interiores en Irán hay un consenso nacional en el respaldo al programa nuclear”, concluye.

Negociar en septiembre

Teherán se lo toma con calma. Sólo Mahmud Ahmadineyad dedicó algunas palabras a las nuevas restricciones y amenazó con que Europa “se arrepentiría” si, a la luz de las sanciones, registrara barcos o aviones persas.

Por lo demás, todo sigue su curso: Teherán ha notificado al Organismo Internacional de la Energía Atómica la propuesta, a la espera de que sea aprobada por el llamado Grupo de Viena (formado por esta institución, más Estados Unidos, Rusia y Francia) y propone retomar las reuniones en septiembre, una vez pasado el mes de ramadán. Según Ankara, se prevé que Said Jalili, negociador jefe de Teherán, se reúna entonces con Catherine Ashton, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores.

La negociación se llevaría a cabo con el llamado ‘Grupo 5+1’, que son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, más Alemania, el país europeo que mantiene excelentes relaciones comerciales con Irán.

De hecho, el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, dejó entrever que su país no estaría en el bando opuesto. Calificó de “buena señal” la disposición iraní a negociar el intercambio de combustible nuclear. “Creemos que habrá una cooperación integral”, añadió, tras reunirse con su homólogo turco, Ahmet Davutoğlu, el miércoles 28 de julio.

Ankara ya se ha convertido en un interlocutor imprescindible en el proceso. Según había pronosticado el analista turco Serkan Demirtas, “una respuesta positiva de la comunidad internacional puede disparar la credibilidad de Turquía, así como salvarla de un posible dilema en el Consejo de Seguridad cuando se voten nuevas sanciones contra Irán”.

No ocurrió: Turquía se halló frente al dilema y eligió, a tenor de las primeras reacciones, el bando equivocado. Pero las recientes reuniones con Westerwelle y, poco antes, Ashton, muestran que Ankara no se ha convertido en un paria. Su relación de buena vecindad con Teherán se inscribe en una ofensiva diplomática mucho más amplia, caracterizada por el citado asesor de Exteriores como “política de cero problemas”. En los últimos meses, el primer ministro, el presidente, el ministro de Exteriores y el presidente del Parlamento han pasado más tiempo en el avión que en la oficina para afianzar lazos simultáneamente con Grecia, Bosnia, Serbia, Bulgaria, Siria, Kazajistán, Kirguizistán... Todo indica que Ankara se ha convertido en un nuevo y respetado árbitro de los diversos partidos geoestratégicos que se juegan entre Europa y Asia.


miércoles, 23 de junio de 2010

Oligarquía y aristocracia se disputan Tailandia


Mi último artículo sobre Tailandia, publicado en Diagonal.


Oligarquía y aristocracia se disputan Tailandia

Daniel Iriarte - 16/06/2010

Tailandia parece en calma, pero sólo lo parece. Tras la intervención militar contra el Frente Unido por la Democracia y Contra la Dictadura (UDD, más conocidos como los Camisas Rojas), que ha dejado un balance de 86 muertos y casi 2.000 heridos, el movimiento parece aplastado. Pero la situación que lo originó sigue intacta. Los Camisas Rojas se están reagrupando en las ciudades de la periferia y siguen teniendo quien los financie.

La sociedad tailandesa continúa muy dividida entre aquellos que apoyan a Thaksin Shinawatra, el primer ministro derrocado en un golpe de Estado en 2006, y sus detractores, que se aglutinan en la Alianza Popular por la Democracia (PAD). Éstos visten camisetas amarillas, el color del rey, quien hasta ahora ha conseguido mantener las apariencias de neutralidad en un conflicto que cobra visos de guerra civil.

El rey de los tailandeses

El factor real no aparece demasiado en los análisis sobre la política tailandesa, en parte porque la monarquía es un gran tabú en aquel país. El delito de lesa majestad está penado con siete años de cárcel, y las acusaciones de “ofensa real” han sido tradicionalmente una poderosa arma para silenciar a oponentes políticos y disidentes.

El rey, Bhumibol Adulyadej, es reverenciado como un semidiós por la población tailandesa. A los ojos de ésta, él es el principal elemento de estabilidad, el que ha traído a Tailandia la prosperidad de la que goza, y quien les mantuvo fuera de los conflictos que sacudieron a sus países vecinos en los ‘60 y ‘70. Por eso, no es de extrañar que el PAD haya tratado de apropiarse de la figura real. La base social del PAD son las clases medias y altas urbanas y las élites tradicionales, la nobleza y algunos elementos ligados a la Casa Real. Los Camisas Rojas nacen de una improbable alianza entre campesinos y trabajadores de las clases más bajas y nuevos ricos que buscan un espacio de poder en la más que jerárquica sociedad tailandesa. No en vano, a Thaksin le llaman ‘el Berlusconi tailandés’.

Como el italiano, es un magnate de las telecomunicaciones lanzado a la política, habla el lenguaje del pueblo y tiene una agenda propia, con muchas dosis de demagogia.

Mientras el rey viva, existen pocas posibilidades de que el conflicto civil se desborde. En ocasiones anteriores, cuando los disturbios tomaban un cariz demasiado violento, la aparición del monarca pidiendo el cese del derramamiento de sangre tenían un efecto inmediato. Pero Bhumibol tiene ya 82 años, y desde el pasado septiembre ha pasado más tiempo en el hospital que fuera de él. Las leyes de lesa majestad impiden que la opinión pública trate el tema con la importancia que merece, pero la pregunta que todos se hacen en Tailandia es: “Y después, ¿qué?” El heredero al trono, el príncipe Vajiralongkorn, a diferencia de su padre, no tiene muy buena imagen entre los tailandeses, quienes le consideran un playboy irresponsable, mujeriego y jugador.

Por el contrario, su hermana, la princesa Ranaridh, es vista como una budista devota, caritativa y de buen corazón. El conflicto en palacio es tal que algunas veces, muy tímidas –el riesgo es muy grande–, se ha sugerido que tal vez sea ella quien debería suceder a su padre, aunque ello implique cambiar la ley y la tradición.

Alianzas conflictivas

En otras circunstancias, la situación se resolvería, con toda probabilidad, de un modo discreto a favor de la princesa, que cuenta con el apoyo de los paladines de palacio.

Pero los tiempos son convulsos: recientemente se ha sabido que existe una alianza entre Vajiralongkorn y Thaksin, que podría aprovechar el proceso sucesorio, cuando éste tenga lugar, para asegurarse un regreso al poder.

Si Vajiralongkorn accede al trono como está previsto, Thaksin tendrá un lugar privilegiado en el nuevo Estado tailandés, y es de esperar una enorme resistencia por parte de los sectores tradicionalistas ligados a la Casa Real. Si éstos logran posicionar en su lugar a Ranaridh, Thaksin volverá a sacar a sus partidarios a las calles, quienes clamarán en favor del “legítimo heredero”. En cualquiera de los dos casos, la guerra civil parece difícil de evitar.

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La revolución de los palos de golf
Thaksin Shinawatra, en el exilio, sigue financiando a los Camisas Rojas, quienes alegan, no sin razón, que mientras el bloque pro Thaksin ha ganado tres elecciones desde 2001, sus oponentes no han ganado ninguna.

A Thaksin lo derrocó un golpe militar, y a su sucesor, Samak Sundaravej, un movimiento callejero antidemocrático y oligárquico (la “revolución de los palos de golf”). Ni Thaksin ni Samak, un antiguo hardliner de extrema derecha reciclado en hombre de paja del primero, ni, en general, los actuales líderes de los Camisas Rojas pueden ser considerados genuinos partidarios de un verdadero cambio social. Pero lo cierto es que este movimiento popular ha despertado enormes esperanzas entre los más pobres de Tailandia, que sueñan con una mayor redistribución de la riqueza y las oportunidades en uno de los países más clasistas del mundo.


viernes, 4 de junio de 2010

Tailandia: Amenaza de guerra civil


Un artículo mío sobre la crisis tailandesa publicado en la revista mexicana Desinformémonos.

Los “camisas rojas” contra el Berlusconi tailandés

Tailandia: Amenaza de guerra civil


Los actuales líderes de los “camisas rojas” no pueden ser considerados genuinos partidarios de un verdadero cambio social. Pero lo cierto es que este movimiento popular ha despertado enormes esperanzas entre los más pobres de Tailandia.
Daniel Iriarte

Ha terminado una batalla, pero no la guerra. Tras unos disturbios y una intervención militar que han dejado un balance final de al menos 83 muertos y más de 1.800 heridos, la declaración temporal del toque de queda ha devuelto la calma a la capital de Tailandia. Pero la crisis política que arrastra el país está lejos de solucionarse. Los “camisas rojas” se están reagrupando en otras ciudades periféricas. La profunda polarización interna amenaza con provocar una guerra civil.

Pero ¿quiénes son estos “camisas rojas” que se han rebelado contra el gobierno? Las bases del movimiento son populares y reformistas; sus líderes no. El Frente Unido por la Democracia y Contra la Dictadura (UDD, por sus siglas en inglés), más conocidos como “camisas rojas”, se creó en 2006 como fuerza de choque callejero en respuesta al golpe militar que derrocó al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra.

Thaksin, denominado “el Berlusconi tailandés”, es un antiguo coronel de la policía convertido en magnate de las telecomunicaciones, antes de dar el salto a la política. Durante sus años de gobierno se ganó el apoyo de gran parte de la Tailandia rural al establecer un programa de sanidad a bajo costo y un sistema de crédito universal que beneficiaron enormemente a los campesinos. Al mismo tiempo, sin embargo, cambiaba las leyes anti-trust para poder vender una compañía de su familia, ShinCorp, al gobierno de Singapur, enriqueciéndose de manera desproporcionada e ilícita.

El gobierno Thaksin tomó otras medidas polémicas, entre ellas el lanzamiento de una “guerra total contra las drogas” que provocó 2 mil muertos a manos de la policía en menos de dos años, muchos de ellos sin ninguna relación con el narcotráfico. En el sur de Tailandia se le dio carta blanca al ejército para combatir a la creciente insurgencia musulmana, que venía radicalizándose desde 2004, por lo que abusos y ejecuciones extrajudiciales se volvieron habituales. Al mismo tiempo, Thaksin comenzó a silenciar a periodistas y abogados críticos con su gestión.

De este modo, Thaksin logró aglutinar en su contra a un amplio espectro de oposición, la llamada Alianza Popular por la Democracia (PAD), que abarcaba desde la nobleza tradicionalista hasta grupos de la sociedad civil de izquierda. El PAD, que vestían ropas amarillas, ejerció una eficaz campaña que culminó en el golpe de estado de septiembre de 2006.

Las fuerzas pro-Thaksin se reagruparon en otro partido político, que contra todo pronóstico ganó las elecciones de diciembre de 2007. El PAD, los “camisas amarillas”, volvió a la calle, pero esta vez el manifiesto carácter antidemocrático de sus manifestaciones –sus líderes pedían que se eliminase el sistema “un hombre, un voto”, porque eso daba “demasiado poder a la mayoría campesina”- hizo que los movimientos de izquierda se desvinculasen de éste. La agresiva campaña del PAD –que llegó a ocupar el Parlamento y el aeropuerto de Bangkok- saboteó toda iniciativa del nuevo gobierno pro-Thaksin, que al final acabó desmoronándose. Tras un período de inestabilidad, el parlamento tailandés acabó eligiendo al actual primer ministro, Abhisit Veijjajiva, como solución de compromiso.

Thaksin, en el exilio, sigue financiando a los miembros del UDD, quienes alegan, no sin razón, que mientras el bloque pro-Thaksin ha ganado tres elecciones desde 2001, sus oponentes no han ganado ninguna. A Thaksin lo derrocó un golpe militar, y a su sucesor, Samak Sundaravej, un movimiento callejero antidemocrático y oligárquico (la “revolución de los palos de golf”).

Ni Thaksin, ni Samak –un antiguo hardliner de extrema derecha reciclado en hombre de paja del primero-, ni, en general, los actuales líderes de los “camisas rojas” pueden ser considerados genuinos partidarios de un verdadero cambio social. Pero lo cierto es que este movimiento popular ha despertado enormes esperanzas entre los más pobres de Tailandia, que sueñan con una mayor redistribución de la riqueza y las oportunidades, en uno de los países más clasistas del mundo. La represión militar ha terminado con la cabeza del movimiento, pero no con los síntomas del problema. La semilla de la rebelión sigue plantada.


martes, 1 de junio de 2010

La piratería perjudica seriamente la salud


Otro artículo mío publicado ayer, que, dadas las circunstancias, casi parece una ironía...

La piratería dispara los gastos en los barcos

España, primer donante mundial en la reconstrucción de Somalia

Daniel Iriarte - Estambul
ABC - 31/05/2010

La piratería en el Índico provoca pérdidas de 70 millones de euros cada mes en todo el mundo. Es lo que dice la Cámara Internacional de Comercio, y España no es una excepción. Desde que comenzara la «temporada alta» de los piratas en el Índico -el período comprendido entre las lluvias monzónicas que van de marzo a junio-, al menos media docena de barcos españoles han sido atacados.

El último caso se produjo el pasado miércoles, cuando el atunero «Campolibre Alai» logró repeler a tiros un abordaje en las costas de Madagascar. Este barco es propiedad de la armadora Echebastar Fleet, quien también posee el «Alakrana», el atunero vasco secuestrado por los piratas somalíes el pasado octubre.

Desde noviembre, la legislación permite a los barcos españoles llevar a bordo seguridad privada con armamento ligero. Los casos del «Campolibre Alai» y de los cuatro atuneros atacados en marzo -el «Albacán», el «Artxanda» y los «Intertuna» II y III- han demostrado que la medida es eficaz. Pero todo tiene un precio: entre 35.000 y 40.000 euros al mes por barco. La Asociación de Navieros Españoles (ANAVE) calcula que el coste es de unos 494.000 euros mensuales. Actualmente hay 22 atuneros españoles faenando en el Índico, aunque no todos llevan guardias.

El Ministerio de Asuntos Exteriores español considera prioritario el tema de la piratería en el Índico. España es el primer donante para la reconstrucción de Somalia, con unos fondos de 34 millones de dólares, muy por delante de Estados Unidos y Japón. «Participamos en la `Operación Atalanta´, pero consideramos que una solución exclusivamente de vigilancia y protección martítima no es una respuesta adecuada a los retos de un país como Somalia», explica el ministro Miguel Ángel Moratinos, en declaraciones a EMPRESA en el marco de la Conferencia de Naciones Unidas para Somalia, que tuvo lugar en Estambul el pasado fin de semana.

«Hay piratas porque hay pobreza, subdesarrollo, incapacidad», asegura Moratinos. Se calcula que un pirata profesional somalí gana entre 10.000 y 30.000 euros al año, una auténtica fortuna en el Cuerno de África. De ahí que la mayoría de los marineros que conocen la zona opinen como Agustín Freire, el nuevo capitán del «Alakrana»: «Esta gente no va a parar».

Rescates y seguros

El pago de rescates es una cuestión controvertida. En el caso del «Playa de Bakio», secuestrado en 2008, se pagaron 1´2 millones de dólares (0´9 millones de euros), según uno de los intermediarios. Con el «Alakrana», la cifra ascendió a 4 millones de dólares (3´2 millones de euros). Muchos patrones consideran que estos pagos alientan a los piratas a cometer nuevos secuestros. Por eso, la mayoría de los armadores prefieren invertir en guardias privados y en pólizas de seguros. Pero éstas, se quejan, han alcanzado ya los 25.000 euros por cada 2´2 millones de cargo.

Banderas palestinas en Estambul


Publicado en ABC el 01/06/2010, ligeramente recortado por razones de espacio. Aquí va el texto tal y como fue concebido originalmente.

Cólera en Estambul: "¡Los muertos palestinos son nuestros muertos!"

Daniel Iriarte - Estambul

A Ismail suele vérsele los días de celebración en la plaza de Taksim, vendiendo banderas de Turquía. Ayer, sin embargo, tuvo la idea de cambiarlas por los emblemas palestinos, e hizo su agosto. Ni una sola, entre los miles de personas que se reunieron allí para protestar contra el ataque israelí a la flotilla que transportaba ayuda humanitaria a Gaza, quería aparecer con las manos vacías.


«¡Israel, pirata, como los somalíes!», se oía en Taksim. Aunque los manifestantes pertenecían a todos los grupos sociales y políticos de Turquía, los más activos y con mayor poder de convocatoria fueron los partidos islamistas turcos. A la sombra de la estatua de Atatürk -el militar laicista fundador de la República de Turquía-, los islamistas se agruparon enarbolando banderas palestinas y entonando cánticos en turco y en árabe por la libertad de Palestina y de la Mezquita de Al Aqsa, y contra Israel. Muchos de ellos lucían las enseñas de Hamás, banderas verdes y cintas en la frente en las que se lee «No hay más Dios que Dios, y Mahoma es su profeta».

«¡Los muertos de Palestina son nuestros muertos!», gritaba insistentemente con un megáfono un joven barbudo ataviado con una cinta verde en el pelo. Detrás, en un segundo grupo, se alineaban las mujeres vestidas con «turban» (el velo turco) y el llamado «charshaf» (el vestido integral islámico que cubre el rostro).
A pocos metros de allí, evitando mezclarse con los militantes islamistas, grupos de pacifistas y miembros de otros partidos lanzaban sus propias consignas. Unos pocos manifestantes portaban banderas de la Fundación para los Derechos Humanos y la Ayuda Humanitaria (IHH, por sus siglas en turco), una de las principales impulsoras de la flotilla enviada a Gaza.

Un «buque insignia»

El «Mavi Marmara», el navío principal de la expedición, hacía antaño la ruta entre Estambul y las islas del Mar de Mármara, y el que los organizadores de la flotilla hayan logrado hacerse con este barco demuestra la influencia de la IHH en el país. Esta ONG de raíz musulmana se dedica a la asistencia humanitaria en todo el mundo, desde Filipinas a Brasil, prestando especial atención a las zonas de crisis, como Afganistán o Chechenia. La Franja de Gaza ha sido siempre uno de los principales puntos de su interés.

Desde el IHH niegan su carácter religioso, e insisten en que lo que ellos defienden son los derechos humanos. Sin embargo, son principalmente musulmanes los que se benefician de su ayuda, que incluye lo que denominan «las necesidades espirituales». Sus programas asistenciales, además de escuelas y hospitales, suelen incluir la construcción de mezquitas y el reparto de coranes.

Tal vez por eso Israel se ha guardado las acusaciones más duras contra esta ONG. El Estado hebreo se ha defendido de las críticas asegurando que los tripulantes del barco atacaron con palos y cuchillos a los soldados israelíes. Además, Tel Aviv afirma que los barcos transportaban armas con destino a Hamás, y que el IHH tiene relación con Al Qaida.

Estas dos últimas acusaciones han causado estupor en Turquía, donde el trabajo del IHH es bien conocido y respetado. «Todo eso es ridículo. Ni había armas en el cargamento, ni los activistas iban armados», asegura a ABC Izzet Sahin, portavoz de la ONG. «Israel es el único responsable», dice.


Como una piña

Frente al consulado de Estambul, los que protestan son sobre todo los sindicatos y los partidos de izquierda, y por eso aquí, las banderas que ondean son las del FPLP, un grupo armado palestino de carácter marxista. En las calles de Estambul, los turcos, religiosos o no, se manifiestan como una piña en solidaridad con los palestinos. Cuando los manifestantes cortan brevemente el tráfico, los peatones les aplauden, y desde los coches les jalean con pitidos.

Así que lo de Ismail, el vendedor de banderas, no es simple cinismo comercial: «Hay que apoyar a nuestros hermanos musulmanes de Palestina», nos dice. Al fondo, delante de una tela arcoiris en la que se lee «Paz» y una silueta bicolor del Che Guevara, un barbudo enarbola el emblema amarillo y verde de Hizbolá. Pero éste se ha traído la bandera de casa, porque aquí no la venden.

lunes, 31 de mayo de 2010

Un viaje en barco a Gaza



Yo iba a ir en ese barco. No es un recurso estilístico, sino la pura realidad: el ‘Mavi Marmara’ zarpó desde Turquía hace unos días, fletado, entre otros, por una ONG turca. El viaje sonaba interesante, los organizadores sólo pedían que cada uno se llevase su comida, y aunque yo iría como periodista y cameraman, llevar ayuda humanitaria a Gaza, que el bloqueo israelí ha convertido en una enorme cárcel al aire libre,
es definitivamente una causa que puedo apoyar. Creo que sólo aquellos que se alinean ciegamente con Israel, haga lo que haga –entre los que no me encuentro- pueden estar en contra de una iniciativa como esta.

Al principio, el viaje estaba previsto para principios de mayo, y como yo iba a estar en Armenia, descarté la idea. A mi regreso, vi que la partida se había retrasado, así que solicité permiso para unirme a la flota. Pero el plazo de admisión estaba ya cerrado, y me quedé en tierra.


Esta vez, este Ángel de la Guarda mío al que tengo haciendo horas extras se ha ganado el jornal. Ayer, de madrugada, comandos israelíes asaltaron la flota, dejando un balance provisional de 16 muertos y medio centenar de heridos sobre la cubierta del barco. Nadie esperaba una respuesta israelí tan dura. Yo iba a ir en ese barco.


Después, claro, viene la desinformación. Ahora las autoridades israelíes pretenden que el barco iba cargado de armas. Que los activistas estaban armados y atacaron a los comandos. Incluso que la IHH, una de las fundaciones que ha organizado la flotilla, tiene relación con Al Qaeda, con Hamás y con la Yihad Islámica.
Me dan ganas de reírme, pero es una carcajada triste, asombrada. La carga de los barcos fue concienzudamente revisada por las autoridades turcas, y los equipajes de los pasajeros registrados uno por uno. Créanme: en el barco no había armas, y afirmar eso es pretender que el estado turco financia a Hamás. Un disparate.

Decir que la IHH tiene relaciones con Al Qaeda es como acusar a Manos Unidas o Intermón de financiar el terrorismo cristiano (que lo hay). Decir que alguien es ‘aliado de Hamás y de Al Qaeda’ es, digámoslo claro, una gilipollez, puesto que ambos grupos se combaten a tiros en la Franja de Gaza, y representan dos visiones completamente opuestas del radicalismo islámico.


Hoy, Israel ha hecho público un video de sus soldados “heridos” y de las “armas” encontradas a bordo. Un rasguño en la mejilla de un comando, un par de tirachinas y unos palos. Una burla para el ejército más potente de Oriente Medio. Nada nuevo por estos lares: piedras contra tanques, canicas contra helicópteros, e Israel sigue afirmando que abrir fuego está justificado. Pero en este caso, el hecho es más grave todavía: los israelíes abordaron el barco en aguas internacionales, por lo cual el hecho puede ser calificado de acto de piratería. Asaltan nuestro barco, intentamos defendernos, nos masacran, y además la culpa es nuestra.


Ahora, el viejo guión volverá a ponerse en marcha. Los israelíes repetirán hasta la saciedad las palabras “provocación”, “terroristas”, “autodefensa”, “cargamento de armas”, que empezarán a calar en una opinión pública desinformada, convirtiendo a personas buenas en apologistas de una nueva atrocidad israelí. Una mentira repetida cien veces, como bien sabía Goebbels, se convierte en una verdad. Por una vez, no se la crean.

El 'Gandhi turco', posible relevo de Erdoğan


Publicado originalmente en ABC el 30-5-2010.

El 'Gandhi turco', posible relevo de Erdoğan


Daniel Iriarte - Estambul

La oposición turca ya tiene nueva cara: Kemal Kiliçdaroglu, el 'Gandhi turco'. Le llaman así no sólo por su evidente parecido físico con el padre de la independencia de la India, sino también por las maneras amables y educadas del nuevo líder del Partido Republicano (CHP), en abierta contraposición con la rudeza de su antecesor, Deniz Baykal. La aparición de Kiliçdaroglu ha desatado una ola de entusiasmo entre los secularistas turcos, quienes vuelven a concebir esperanzas de arrebatar el gobierno a los islamistas moderados del AKP en las próximas generales, previstas para 2011.

El anterior líder del CHP, Deniz Baykal, se había convertido en un lastre para el partido. Político profesional durante cuatro décadas, en las que jamás ganó unas elecciones, Baykal se vio obligado a dimitir hace unos días tras la aparición de un vídeo sexual en el que presuntamente se le veía manteniendo una relación extramatrimonial con una diputada de su partido.

Kiliçdaroglu ha sido elegido secretario general en el último congreso del CHP por 1.189 de 1.197 votos. Era el único candidato, pero lo contundente del resultado ha hecho sospechar a algunos analistas que el vídeo sexual haya sido filtrado por elementos del propio partido para deshacerse de Baykal y reconstruir la formación de cara a los comicios del año que viene. «No sólo elegimos al líder del partido, sino al próximo primer ministro», decía Umut Tunç, secretario de las Juventudes del CHP, tras el congreso.

De momento, Kiliçdaroglu ha cambiado radicalmente el estilo de la oposición, desvinculándose de los militares que conspiraron para derrocar al gobierno de Erdogán en el marco de la trama golpista «Ergenekon». También ha condenado el golpe de estado de 1960, en el que la junta militar ahorcó al primer ministro Adnan Menderes, al que acusaban de desviarse de los principios «kemalistas» de la República de Turquía. Un golpe que tradicionalmente el CHP -el partido creado por Mustafá Kemal «Atatürk» en 1923- había defendido.

Kiliçdaroglu, dicen, rara vez levanta la voz, algo excepcional en la política turca. Viste modestamente, viaja en transporte público en lugar de en limusina, y tiene fama de humilde. Y de honesto. Una imagen que se ha forjado en sus treinta años como funcionario de Hacienda -en 1993 fue elegido «funcionario del año»- y por su denuncia insistente de la corrupción gubernamental.

Diputado desde 2002, candidato a la alcaldía de Estambul en 2009 -en las municipales logró un gran resultado, aunque no lo suficiente para arrebatar el ayuntamiento al AKP-, el popular Kiliçdaroglu se presenta a sí mismo como un demócrata reformista. Su programa no ha sido definido todavía con exactitud, pero el candidato lanza un mensaje claro: «Yo no soy Baykal». Esta simple autoafirmación ya le ha reportado un incremento del 10% en la intención de voto. Aun así, Kiliçdaroglu no se hace ilusiones sobre lo que puede lograr en un solo año. «Nuestro objetivo es conseguir el 40% de los votos», ha declarado. «Comienza nuestra larga marcha hacia el poder», asegura.

En una Turquía que se moderniza a pasos agigantados, la oposición anquilosada del CHP -reticente a aceptar la reconciliación con los países vecinos, los derechos de las minorías étnicas o la supeditación del ejército al poder civil- había canalizado una gran parte del voto de centro hacia los islamistas moderados del AKP, mucho más exitoso a la hora de crearse una imagen de partido reformista. Por eso, en el entorno de Erdogán se observa el «fenómeno Kiliçdaroglu» con alarma. Los medios de comunicación vinculados al AKP ya han comenzado a arremeter contra él, acusándole de «cambiar de cara, pero no de mentalidad». Saben que si Kiliçdaroglu es realmente lo que dice ser, les puede hacer mucho, mucho daño.
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Un día después de publicar este artículo se ha hecho público que, por primera vez en ocho años, el AKP no lidera las encuestas sobre intención de voto. Las elecciones del año que viene se presentan interesantes.


jueves, 27 de mayo de 2010

Jirones de una dictadura norteafricana


Al principio nos lo tomábamos a broma; sabíamos que “el innombrable”, como le llamaban los españoles residentes en la capital –los omnipresentes espías de la presidencia no sabían, por fortuna, tanto castellano como para entender la referencia- había llegado al poder en un golpe de estado incruento, cuando a Bourghiba, el padre de la independencia tunecina, le había llegado la hora de jubilarse, hacía ya casi dos décadas. Sabíamos que“el innombrable” había hecho un pacto con el diablo: nació en 1936, pero parece treinta años más joven, incluso hoy. Sabíamos que ninguna oposición, ninguna, estaba tolerada en Túnez. Pero, en nuestra visión naïf del asunto, nunca pensamos que a nosotros nos pudiera pasar algo.

Y no nos pasó, por pura suerte, a pesar de nuestra inconsciencia. Atisbamos algo de lo que era realmente la dictadura del “innombrable” el día que Fran Martínez, uno de mis compañeros en aquel curso de árabe en la capital tunecina –y ahora colaborador del diario El Mundo en Estambul-, recogió en la calle un banderín de propaganda con la cara sonriente del Gran Líder. Esa noche, Fran, Darío Menor (hoy corresponsal de La Razón en Roma) y yo nos paseamos por una fiesta de estudiantes agitando el banderín de modo burlesco y entonando el nombre del “innombrable”. Los sirvientes nos miraban aterrorizados, como esperando que en cualquier momento apareciese el furgón de la policía y nos esfumásemos todos en las mazmorras del gobierno. Pero nada sucedió. Sólo a posteriori comprendí de verdad el significado de aquellas caras descompuestas.

Recuerdo otro momento de aquel viaje. M.C., un amigo historiador italiano y hoy bien situado en la vida política de su país, quien atisbando el palacio de gobierno desde lo alto de la colina, se deja llevar por la furia y empieza a gritar: “¡Gilipollas!”. Le pregunto si cree que en una situación como la tunecina, considera justificada la lucha armada. “Totalmente”, me dice.


Argel, 2004. Desde la mesa de su despacho, A., corresponsal de una agencia italiana, nos relata los problemas que ha tenido su compañero en Túnez, por escribir cosas que no le han gustado al gobierno. Una trampa para deshacerse del corresponsal europeo: en un semáforo, una joven embarazada le pide al periodista que la lleve en su coche unos metros. El hombre accede. En el siguiente cruce, la chica se tira del vehículo gritando que la ha intentado violar. Unos agentes aparecen de la nada y arrastran al periodista hasta el aeropuerto, diciéndole que abandone el país inmediatamente. El hombre lo hace, pues sabe que podía ser peor: a su colaborador local han intentado asesinarle en la carretera.


Es irónico que el régimen más represivo de toda África del Norte, un sistema en el que no existe la prensa libre, se permita organizar cumbres internacionales sobre la Sociedad de la Información. Orwelliano, pero cierto. ¿Cómo va a haber prensa libre en un país donde no se tolera la más mínima disidencia? “El innombrable” gana elecciones con el 89 % de los votos.


Los miles de turistas europeos que visitan Túnez cada año jamás se apercibirán de todo esto. El país es relativamente próspero, la seguridad ciudadana es alta, los oasis son muy bonitos. Rara vez leerá el turista algo al respecto en la prensa occidental*: “el innombrable” es de los nuestros, un garante contra el fundamentalismo en el norte de África, un bastión voluntarioso contra los subsaharianos que intentan llegar a las costas del otro lado del Mediterráneo. ¿Por qué habríamos de cuestionar su liderazgo?


Y Túnez languidece bajo la bota del tirano y sus secuaces, que exprimen los recursos del país para beneficio propio. Túnez, creado por el capricho de una Francia que contaba con quedarse con Argelia a cambio de ceder las más pobres regiones norteafricanas de los extremos, vomita emigrantes que cruzan su estrecho hasta Italia, aunque aquí la costa europea esté infinitamente más lejos. Túnez, donde bandas armadas de jóvenes asaltan los trenes a punta de pistola y desesperación, a pesar de la represión, para tener algo que llevarse a la boca, aunque esto jamás vaya a aparecer en las noticias. Ni en las de Túnez, ni en las nuestras.


Ahora, el régimen de Zine Abidin Ben Alí –hoy puedo nombrarle, con la seguridad que da un mar de por medio- acaba de aprobar una ley para encarcelar a todos aquellos tunecinos que tengan contactos con extranjeros “con el objetivo de perjudicar los intereses vitales de Túnez”. Estos son, claro, aquellos que denuncian la situación. La clave de todo el asunto es que Túnez está intentando conseguir el “estatuto avanzado” de relación privilegiada con la Unión Europea. Y, por supuesto, todo será más complicado si los europeos descubren de repente que Túnez es una dictadura de la peor especie. Aunque sospecho que algunos, los de arriba, ya lo saben, y no les importa un carajo.

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*Una de las raras excepciones a ese silencio informativo es el valiente trabajo de Ignacio Cembrero, de El País. Su último artículo acierta a dar algunas claves sobre la situación política en Túnez, y por eso lo incluyo aquí.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Grecia: la crisis pacificadora


Publicado originalmente en Mediterráneo Sur.

Grecia: la crisis pacificadora

La reunión de los primeros ministros de Turquía y Grecia abre esperanzas no sólo para la recuperación económica griega sino también para la conciliacion de los conflictos políticos entre los dos países vecinos.

Daniel Iriarte - Atenas
Mayo 2010

La visita del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a Atenas, el 14 de mayo, fue de todo menos tranquila. A las pocas horas de aterrizar el avión de Erdogan, una bomba hacía explosión en un juzgado de Tesalónica, sin causar heridos, aunque la policía sospecha que el atentado fue obra de un grupo anarquista y no tenía relación con la visita diplomática. La noche anterior, otro artefacto explotaba junto a una de las principales cárceles de Atenas, provocando heridas leves en las piernas a una vecina.

Este viaje de dos días de Erdogan y su reunión con su homólogo griego, Georgios Papandreou, es la primera visita oficial del primer ministro turco desde 2004. Erdogan llegó con una decena de ministros que se reunieron con sus homólogos griegos, inaugurando el Consejo de Cooperación Greco-Turco a Alto Nivel. Esta entidad tiene la intención de reunirse cada pocos meses y su primer día de vida fue todo un éxito, dado que se cerraron más de veinte acuerdos en materias como inmigración, cooperación bancaria y económica, transporte o energía.

Erdogan vino acompañado de casi un centenar de hombres de negocios, entre ellos jefes de grandes corporaciones energéticas turcas.. Según opinó poco antes de la visita Selim Egeli, jefe del Consejo Greco-Turco de Negocios, la crisis ofrecía una gran oportunidad a las empresas turcas de invertir en el país vecino, ayudándo así a la recuperación económica. Hasta ahora han sido sobre todo las compañía helenas quienes invertían en Asia Menor ―Grecia el es séptimo inversor en Turquía― pero esta tendencia podría revertirse ahora y el comercio entre los dos países vecinos podría subir rápidamente de tres a cuatro mil millones de dólares, declaró Egeli al diario turco Hürriyet.

Pero no todos estaban satisfechos en Grecia. "¡Erdogán, fascista!", se oía en la plaza Klavmonus, donde por la tarde unos pocos centenares de personas se reunieron para protestar contra la visita. No faltaron banderas griegas, chipriotas, armenias e incluso kurdas, algunas, con la cara de Abdullah Öçalan, el encarcelado líder del PKK.

Aunque muchos griegos han celebrado el gesto de acercamiento diplomático, no faltan quienes ven en ello un intento de aprovecharse de la situación de Grecia, un país que sigue sumido en el caos económico. Numerosas compañías turcas ya han mostrado interés en hacerse con acciones de bolsa de compañías griegas dentro del programa de privatizaciones que el gobierno heleno planea lanzar el año que viene, en el marco de las medidas de ajuste económico aprobadas las pasadas semanas. Además, hay quien teme que Turquía utilice su influencia para conseguir concesiones económicas e incluso territoriales.

Amenaza histórica turca

“Vivimos con la amenaza turca desde hace mil años, desde la batalla de Manzikert, en el año 1071”, asegura Giorgos Karampelias, pensador político griego y un férreo crítico de la nueva política exterior turca. “El llamado nuevo otomanismo es una política que quiere reconstruir el espacio turco en la región, llenar el vacío dejado por la desaparición de la URSS y la destrucción de Yugoslavia y de Irak. Y ahora Grecia se encuentra en una posición pésima para confrontar este expansionismo”.

"Por supuesto, en la relación greco-turca quedan remanentes del siglo pasado, como Chipre, o el asunto de las fronteras comunes, pero pueden ser resueltos fácilmente. Creo que la visita de Erdogán es una iniciativa del siglo XXI", comenta Giorgos Glynos, analista de la Fundación Helénica de Política Exterior.

Una de las propuestas más importantes enarboladas por el jefe del Gobierno turco es una desmilitarización parcial de ambos países, cuyos ejércitos han considerado tradicionalmente al otro como un enemigo. El día anterior, en una entrevista en un diario turco, Papandreou declaraba que "es momento de invertir en la paz, no en armas".

"Espero que lo logren. En una situación de tensión militar, de vez en cuando hay accidentes, como en el pasado, que pueden conducirnos a una guerra", asegura Glynos. Otros, como Karampelias, se muestran en contra de la propuesta: “Es una mascarada”, dice. “Turquía es el segundo Ejército de la OTAN, tiene unos 600.000 soldados, 50.000 solamente ocupando Chipre. Si quitamos cien mil soldados, todavía le quedan medio millón. Si la desmilitarización se hace igual en ambos países, nos dejará a merced de Turquía”.

Sin embargo, el viceministro de Defensa griego ya había hecho saber que consideraba que "el recorte en armamento es la finalización de un camino largo y complejo, no el principio", alegando que la postura turca es incoherente al llamar al desarme mientras mantiene sus reivindicaciones territoriales sobre las islas del Egeo. Como dándole la razón, fuentes militares griegas aseguraron que ese mismo día seis cazas turcos violaron el espacio aéreo de Grecia, sobrevolando las islas de Limnos y Lesbos mientras tenían lugar las reuniones.

Algunos analistas dudan de que el propio AKP, el partido de Erdogán, esté en condiciones de imponer dicha reducción del gasto militar en su propio país, dada la resistencia del Ejército. Pero el propio jefe del estado mayor turco, Ilker Basbug, ha salido en ayuda del primer ministro, declarando que ha propuesto a su homólogo griego el cese de vuelos armados en el mar Egeo, en la zona que Turquía reivindica. “Lo hice en un encuentro de la OTAN”, ha comentado Basbug, sin especificar la fecha, asegurando que Turquía estaría dispuesta a que sus cazas volasen sin armamento militar si Grecia se compromete a hacer lo mismo. “Podemos disminuir los riesgos si ambos volamos desarmados”, ha dicho.

Turquía dedica el 1,5% de su PIB a gasto militar, mientras que Grecia invierte en este sector el 3,8%, siendo el país de la UE que más recursos destina a defensa. En la última década Atenas ha dedicado más de 50.000 millones de euros a sus fuerzas armadas. Con apenas 10,5 millones de habitantes Grecia es el quinto importador de armamento del mundo. Así, la malograda economía griega se beneficiaría enormemente del acuerdo de reducción militar bilateral.

Pero con acuerdo o sin él, Papandreou ya ha declarado su intención de ahorrar 547 millones de euros en defensa este año. Los nacionalistas, como Karampelias, han puesto el grito en el cielo: “Eso es lo último que debe hacer un país que quiere seguir siendo independiente”, asegura.