martes, 3 de febrero de 2009

Un impostor en el textil bangladeshi



Anoche estuve con Paco y Granada en Dhaka. Mi avión hacía una escala de casi un día en la ciudad, así que quedamos para cenar. Paco y Granada son una pareja sevillana que vive en Dhaka desde hace casi cuatro años, hablan bangla con fluidez, y son de las personas más sorprendentes con las que me he topado en mis correrías. Les conocí en mi primer viaje a Bangladesh. Ella es pintora y diseñadora de ropa, y él vive del sector textil, supervisando la confección de prendas en fábricas bangladeshíes para marcas españolas.


Así dicho, uno se imagina al “empresario Paco” de traje y corbata, pensando todo el día en beneficios y porcentajes, y asqueado de vivir en semejante lugar. Pero Paco es carismático, alegre, interesante. Toca el bajo y el piano, lee, ve documentales a patadas. Cuenta que una vez, siendo miembro de la Coral de Sevilla, participó en un concierto de Jean Michael Jarre, delante de 50.000 personas. “No veas qué subidón”, dice. “¡Imagínate si además esas personas van a verte a ti!”, comenta soñando.


Y sabe mucho, mucho sobre Bangladesh. Como habla bangla, escucha a diario la Radio Nacional, y eso, junto con el trabajo de calle –media vida se la pasa en la fábrica, con los trabajadores- le ha dado un conocimiento del país imposible de adquirir para ningún miembro de la profesión diplomática, por muchos años que pasen en el sitio. La noche que le conocí me sorprendió que un empresario del textil tuviese esa amplitud de miras, esa sed de mundo, ese interés por la gente corriente. Pero anoche descubrí su secreto.


Paco es un impostor. Por decirlo de forma sencilla, no es un empresario, sino alguien que aparenta serlo mientras experimenta cosas. Paco quiere ser escritor. No sé si escribe bien, pero, hasta donde he visto, piensa, vive, se expresa como un escritor. Siempre tiene la palabra precisa a mano, la anécdota rápida. Le preocupa lo que la gente siente, cómo viven, las ideas profundas, las experiencias vitales. Y me da la impresión de que es un buen tipo.


Os contaré una historia: Paco trabaja con una fábrica en la que hay empleado un chaval con el que tiene muy buena relación. El chaval cobra una mierda, mucho menos de lo que debería dada la función de responsabilidad que desempeña. Paco ha intentado, sin mucho éxito hasta el momento, que su jefe le suba el sueldo, o que su propia empresa le contrate. Ayer mismo, Paco se enteró de que el padre del muchacho ha perdido su empleo, y de que ahora él es el único sostén de la familia. “Bueno, no te preocupes, mira, te presto 20.000 taka (unos 200 euros) y ya me los devolverás”, le dice. “Pero, ¿cómo te los voy a devolver? Imposible”, le responde el chico. “Pues nada, a fondo perdido. Si puedes, me los devuelves, y si no, no pasa nada”.

Esa noche, a Paco le llega un mensaje: “El dinero te lo voy a devolver seguro, pero lo que nunca podré pagarte es tu amistad”. En ese momento, Paco decidió que nunca va a aceptar que le devuelva el dinero. La historia me llega de los labios de su novia que, no hay que decirlo, bebe los vientos por él.


Y sí, doscientos euros no es tanto dinero, y Paco probablemente tiene un sueldo considerable. Pero, ¿cuántos de vosotros habéis hecho algo así, por alguien que no sea familia o amigo cercano?


El tipo es uno de esos “heridos por la letra”, que necesita los libros para vivir. Hablamos de eso, durante un par de horas. Algunos de nuestros escritores favoritos coinciden, otros son novedades. Cruzamos sugerencias, reflexiones. Me dice que se siente un poco aislado en Bangladesh, porque no puede compartir determinadas cosas con nadie, salvo con Granada.


Me lo explica con un ejemplo: ahora está leyendo un libro sobre las elites mundiales. “Esa gente, una lista de seis mil personas que son los que de verdad dominan el mundo. Gente que toma decisiones históricas, que tiene conversaciones cuya aplicación cambia la vida de millones de personas, que hace operaciones por valor de billones y billones de dólares. Y además, personas que desayunan en Hong-Kong con un tipo y cenan en Fiji con otro, y son los únicos que de verdad saben lo que es la globalización”, comenta. “Otro tipo de cosas que a nosotros nos parecen normales, para ellos son banales, porque han tenido experiencias mucho más extremas. Esa gente se relaciona sólo entre ellos, no porque sean elitistas en el sentido clásico de la palabra, sino porque el resto de miembros de ese grupo son los únicos con los que comparten códigos, vivencias, las únicas que pueden realmente aportarles algo en una conversación. Y es perturbador, porque en ese sentido me estoy identificando con esas personas”.


Entiendo eso: pienso en cuántos amigos trotamundos tengo, y por qué, y el hecho, digo, es que a veces es muy difícil explicarle a alguien qué se siente cuando uno está sentado en una remota estación de autobuses en la frontera entre China y Laos, salvo que tu interlocutor haya tenido experiencias semejantes. Y por eso, muchas veces uno puede llegar mucho más lejos cuando habla con alguien que está a un nivel semejante, cuando no hay que explicar todo el contexto.


Pienso –tal vez he leído la historia en alguna parte- en dos hombres del siglo XV encontrándose durante un viaje. Son de diferentes países, diferentes credos, puede que incluso sus dos naciones estén en guerra. Pero ambos saben algo de matemáticas, de filosofía, de teología. Pueden mantener una conversación, comparten un código, una visión del mundo, un amor por las mismas disciplinas. Esa noche, Paco y yo nos despedimos dándonos un abrazo. Y mientras su chofer me lleva al hotel, pienso, me gusta pensar, que él y yo pertenecemos a una misma cofradía. Volveremos a vernos, Paco. Estoy seguro.

5 comentarios:

  1. jajajajaja! ya te vale!!
    bonito retrato literario, se agradece :P

    otro abrazo.
    paco.

    ResponderEliminar
  2. Me encantaría leer la versión de Paco de vuestro encuentro. Te animas, Paco?

    ResponderEliminar
  3. Una de las mejores entradas del blog ¡¡Enhorabuena!! Aunque te veo a un par de pasos del Club Bilderberg, maldito snob. Siempre con cariño.

    ResponderEliminar
  4. Nos ha encantado tu artículo. Ya casi conocemos a Paco y Granada y les tenemos cariño. ¡Saludos Paco!. Un beso.

    ResponderEliminar