martes, 17 de marzo de 2009

Slumdog Millionaire



El otro día estuve en casa de David Jiménez, el corresponsal de “El Mundo”, ayudándole a editar un video que había rodado en India. El tema de la pieza era “El verdadero Dharavi”, el slum o barrio de chabolas de Mumbai en el que se ambienta ‘Slumdog Millionaire’, la cinta que ha ganado el Óscar a Mejor Película (y otros siete) este año.


Cuando estuve en Mumbai pensé en visitar Dharavi, que es uno de los slums más grandes del mundo, y además es excepcional porque está en el mismo centro de la ciudad. Un periodista local me dijo que entrar allí con una cámara era bastante peligroso –y yo ya había tenido un encontronazo con una mafia local en el lavadero de Dhobi Ghat-, así que desistí. Pero vistas las sonrisas que la gente dirigía a David en su video, el muchacho se equivocaba de cabo a rabo*. En aquellos días andaba yo leyendo ‘Shantaram’, donde hay cientos de historias maravillosas, de vida y pasión, que ocurren en los slums cada día, y se me ocurrió que ahí había un documental magnífico, simplemente contando la lucha diaria de la gente. Un mes después llegó Danny Boyle con su película, y arruinó todas mis pretensiones de ser original…


Ayer la ví, y he de decir que el cabrón –con todo el cariño- de David lo había clavado. Las mismas callejuelas hediondas, el mismo canal pestilente, las mismas cabras semisalvajes, los mismos niños de sonrisa lunar. Hasta el mismo barbero, creo yo. O uno igualito.


No sé si me gustó ‘Slumdog Millionaire’. Para empezar, el ritmo de videoclip, la cámara eternamente inclinada, me resultó irritante. La película intenta imitar el estilo indio de hacer cine, pero se queda a mitad de camino: demasiado frenética para Hollywood, demasiado convencional para Bollywood. No sé si me creo el argumento; pero tampoco me creo las películas indias, y al fin y al cabo, al cine uno va a soñar. (¿Por qué dudo? A primera vista, la historia de un joven analfabeto que va a un concurso de la tele y se hace millonario, por amor y porque la vida le ha enseñado todas las respuestas, parece inverosímil. Pero India es un país donde hay gente que vive con la cabeza enterrada en el suelo, donde se investiga si la orina de vaca sagrada puede curar el cáncer, donde los gángsteres se dejan matar por amistad, y donde un hombrecillo flaco y semidesnudo, con la fuerza de sus palabras, logró quebrar el Imperio Británico. Si hay algún sitio donde puede ocurrir, ése es India).


[AVISO: Ahora voy a contar cosas que pasan en la peli. Lo digo para los puristas…]


Muchas cosas de la película, empero, son bastante reales: la mutilación de niños mendigos para hacerlos más lastimeros y eficaces, la admiración, rayando en la idolatría, hacia el actor Amitabh Bachchan –hay una leyenda urbana que dice que si en India tiras un dardo hacia atrás, sin mirar, tienes un 50 % de posibilidades de que caiga en una foto de Bachchan-, los linchamientos de musulmanes a manos de hinduistas radicales** mientras la policía se cruza de brazos. En el estado de Gujarat, en 2002, cuatro mil musulmanes fueron apaleados hasta la muerte o quemados vivos por estas milicias (los policías tenían órdenes del gobernador de no intervenir), aunque ignoro si estas cosas pasan también en Dharavi.


Y hay dos cosas que son soberbias. Una es el carisma de los niños actores, sacados de las mismas calles de Dharavi. La otra es la espectacular fotografía, que no sé si impresiona más a los que hemos estado en India, o a los que no. El documental que yo hubiera hecho no se parece en nada a ‘Slumdog Millionaire’, y creo que yo me habría perdido estos dos elementos. Sólo por eso, merece la pena acercarse a verla.


*La percepción de los locales sobre el peligro es a menudo exagerada. Cuando vivía en El Cairo, la mayoría de los egipcios de clase alta con los que traté estaban convencidos de que el centro de la ciudad estaba repleto de ladrones y asesinos. “Pues si vais a Barcelona por la noche, flipáis”, pensaba yo. En fin… Mi abuela ve los informativos de Antena 3, y se cree que España es un pozo de crimen y violencia. Por si acaso, como decía el comisario Frank Furillo en ‘Canción Triste de Hill Street’: “Tengan cuidado ahí fuera”.


**Si se considera generalmente aceptado el término ‘musulmán’ para designar a los seguidores del Islam, e ‘islamista’ al uso político de esta fe, considero que lo mismo cabe hacer con las palabras ‘hindú’ e ‘hinduista’. Aunque acepto otras opiniones.


1 comentario:

  1. mmm! tenia ganas de ver la peli, pero definitivamente la veré, y a mi que el "ritmo de videoclip" es de lom que más me gusta de boyle, bueno tambien debo decir que ultimamente a todas las pelis que veo les quitaria una hora de duracion!jeje siga disfrutando y entreteniendo a los sedentarios! salut

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