martes, 17 de agosto de 2010

Aliados en horas bajas


(Publicado originariamente en Mediterráneo Sur)

Aliados en horas bajas

Turquía e Israel no han roto su veterana alianza militar, pese a que el ataque a la flotilla de Gaza sigue causando roces entre los dos países.

Daniel Iriarte - Estambul
Julio 2010

“Si los árabes han perdido a miles de personas, Turquía se puede olvidar de sus nueve muertos”. Así describe un alto cargo del Ministerio de Exteriores turco la postura de Israel, que califica de “grave error”. “Porque Turquía no se va a olvidar”, asevera.

Ha habido medidas de presión en ambos lados. Primero, Turquía cerró su espacio aéreo a los vuelos militares israelíes. Aunque la medida estaba tomada desde hace casi un mes, la noticia la filtró a finales de junio el diario israelí Yediot Ahronot, que hizo públicos los detalles de un incidente ocurrido el día anterior, en el que Turquía impidió a una aeronave militar israelí sobrevolar el país.

El avión transportaba a más de un centenar de oficiales de visita a Auschwitz (Polonia), y se vio obligado a dar un gran rodeo para evitar el espacio aéreo turco. Es el segundo incidente de estas características a lo largo de junio.

“La medida se tomó el pasado 31 de mayo”, declaró luego el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogán: es la fecha en la que comandos de la marina israelí asaltaron el barco turco ‘Mavi Marmara’, integrado en la flotilla que se dirigía a Gaza. El resultado ―nueve muertos, ocho de ellos ciudadanos turcos y uno estadounidense de origen turco― “ha dejado una profunda marca en el país”, según el alto cargo citado.

Acorde a fuentes diplomáticas turcas, la prohibición aérea sólo afectará a los vuelos civiles. Pero Ankara sigue exigiendo que Israel se disculpe formalmente antes de restablecer plenamente las relaciones diplomáticas y comerciales. Esta semana, el ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglo, reiteró la exigencia, amenazando con una “ruptura total”, si no se se producía. Su homólogo israelí, Avigdor Lieberman, lo ha descartado.

No faltan los observadores que creen que la tensión terminaría por diluirse. Turquía e Israel han sido socios estratégicos desde hace varias décadas, y los militares de ambos países mantienen muy buenas relaciones. Hace dos semanas, el ejército turco comenzó a utilizar ‘drones’ (aviones no tripulados) israelíes en su lucha contra la guerrilla kurda del PKK atrincherada en el norte de Iraq, y el ministro de Defensa turco anunció recientemente que la crisis no impediría la entrega de material militar de alta tecnología ya encargado a Israel.

De hecho, en la primera semana de julio, el equipo israelí que entrena al ejército turco en el empleo de estos aviones regresó a Turquía para retomar su trabajo. Poco después, el jefe del Estado mayor israelí, Gabi Ashkenazi, declaró ante una comisión de la Kneset (Parlamento) que la alianza militar con Ankara no se había roto. Firmó el prologo de un ensayo de su homólogo turco, publicado en la revista oficial de las fuerzas armadas israelíes, el Maarachot.

Pero estas demostraciones de alianza entre los militares no quitan que las relaciones, sobre todo las económicas, se han resentido. El volumen de comercio bilateral entre los dos países asciende a unos 2.500 millones de euros anuales. Los daños se notarán sobre todo en el sector del turismo. Unos 400.000 ciudadanos israelíes viajan cada año a Turquía, país para el que no necesitan visado. Por el momento. "Un mínimo de entre 70.000 u 80.000 reservas turísticas se perderán", asegura Basaran Ulusoy, jefe de la Asociación de Agencias de Viaje de Turquía.

Del mismo modo, 20.000 millones de dólares en proyectos conjuntos en agricultura, energía yaprovechamiento hidráulico penden de un hilo. A finales de junio, el ministro de Energía turco, Taner Yildiz, anunció que no se iniciarían nuevos proyectos con Israel "hasta que la situación se normalice".

También peligra la venta de diez aviones militares no tripulados de manufactura israelí que Turquía esperaba para finales de 2010. El ministro de Defensa, Vecdi Gönül, se abía apresurado a asegurar que la entrega se haría igualmente "en junio o julio", pero la escalada de la crisis lo hace improbable que se mantengan las fechas.

Tampoco ha ayudado la presunta conspiración antisemita que la policía turca ha desmantelado en Estambul. Las autoridades han arrestado a un ciudadano turco que, aseguran, planeaba el asesinato de varios rabinos de esta ciudad. El acusado ha negado los cargos. “Odio a los judíos, pero no pensaba matar a nadie”, ha asegurado Ismet Rençber, un veinteañero de adscripción masónica originario de la ciudad nororiental de Kars. La policía le ha detenido tras rastrear el envío de una carta con amenazas a una sinagoga de Estambul.

Entre la comunidad judía de Turquía, compuesta de unas 26.000 personas, la mayoría residentes en Estambul, hay quien ve una relación entre la crisis bilateral y un posible brote de antisemitismo, a pesar de que el primer ministro Erdogán puso un gran cuidado en establecer una distinción entre el estado israelí ―al que califica de “criminal”― y los judíos, especialmente los turcos.

“Estamos preocupados, porque la situación puede fácilmente convertirse en antisemitismo”, declaró al diario israelí Haaretz Ivo Molina, director del semanario Salom, editado en Estambul. “La retórica usada por el primer ministro ha sido muy radical”, asegura Molina.

Los judíos de Turquía ―muchos de ellos sefardíes, cuyos antepasados llegaron al país en los siglos XV y XVI― se consideran en su mayoría plenamente turcos. Sin embargo, los islamistas radicales los catalogan ante todo por su condición judía , por lo que los convierten en objeto de ataques y represalias con cierta regularidad. Por este motivo, las autoridades turcas han establecido desde el principio de la crisis estrictas medidas de seguridad para proteger la veintena de sinagogas existentes en Estambul, así como el Museo de la Cultura Judía en Turquía.

"La amistad de Turquía es muy importante. Perder la amistad de Turquía es un gran castigo", declaró hace unos días Erdogan en el Parlamento. El citado alto cargo ―no quiere que su nombre aparezca en la prensa― traza un contexto histórico más amplio: la ‘amistad’ ya empezó a perderse en 2008, cuando Turquía hizo de intermediario para las negociaciones de paz entre Israel y Siria. “Los negociadores israelíes se fueron de Ankara prometiendo que iban a llamar pronto para continuar con las conversaciones. Lo próximo que se supo es que Israel empezó a bombardear Gaza”, se queja.

Curiosamente, fue precisamente Bashar Asad, presidente de Siria, quien abogó en su reciente visita a España por no romper lazos entre Ankara y Tel Aviv, para no perder su intermediario: “Si no se recupera la relación entre Turquía e Israel, será muy difícil que Turquía juegue un papel en las negociaciones", algo que "afectaría a la estabilidad en la región", aseguró.

No parece probable que se llegue a este punto. “Si realmente estuviéramos embarcados en un rumbo de alejarnos de Israel, no habríamos apoyado su candidatura como miembro de la OCDE”, concluye el alto cargo citado. También rechaza que el acuerdo con Irán para enriquecer uranio en suelo turco, concluido en mayo, forme parte de una estrategia de viraje político: aquel convenio formaba hasta hace poco antes parte de la propia estrategia estadounidense, asegura.

En un aspecto, el gobierno del AKP, moderadamente islamista, y la oposición nacionalista y laica están unidos: la alianza con Israel forma parte de la ‘realpolitik’, y será difícil romperla, por muchos gestos que se hagan en público y por muy mal que vaya la diplomacia entre ambos países.


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