Los esperantistas han perdido la batalla, aunque han ganado la guerra. No deja de ser fascinante el hecho de que yo, español como Torrente, esté en Laos hablando con un japonés, y la lengua de comunicación entre nosotros sea el inglés. O más bien el “globish” (un neologismo formado a partir de las palabras “Global” y “English”). La historia del concepto “globish” tiene su miga: el término se lo inventó el presidente jubilado de IBM, Jean Paule-Nerriere, para definir un proyecto de lenguaje de comunicación en el mundo de los negocios, basado en las 1500 palabras más comunes del inglés. Si fue antes el huevo o la gallina, es decir, si el señor Nerriere se limitó a teorizar sobre un fenómeno ya existente, o el monstruo creado por IBM se extendió más allá de lo controlable, poco importa: hoy, todo Cristo, de Tegucigalpa a Shanghai, habla “globish”. Un idioma mundial. No me digan que no es emocionante.
En su ensayo “Identidades asesinas”, el libanés Amin Maalouf escribe que, en el mundo de mañana, que es el de hoy, todo el mundo (con la excepción de los anglosajones, por razones obvias) tendrá que hablar tres idiomas, si quieren ser competitivos: el materno, el inglés –se refiere al “globish”-, y una tercera lengua que será la de adopción, la que, al elegirla voluntariamente, será la lengua de nuestros amores, nos acercará a una cultura concreta, a la parte del mundo donde se ha generado. El mensaje de Maalouf es claro: en un mundo globalizado, no podemos pretender tener una sola cultura, una sola identidad –de la que la lengua es una punta de lanza-.
Con los idiomas suele haber bastante pragmatismo: uno los aprende por necesidad, o por utilidad. Es normal, dado que aprender un idioma requiere un esfuerzo epopéyico. Yo solía pensar así: estudié inglés y francés en el instituto, así que cuando me planteé empezar con otro idioma, el siguiente, por amplitud geográfica, era el árabe, lógicamente. (El árabe tiene sus propios problemas, empezando por la variedad dialectal, pero de eso hablaremos en otro momento). Hasta que tuve una novia que hablaba neerlandés, y me enseñó a apreciar la belleza de aprender una lengua, cualquier lengua, porque sí.
Coincido con Maalouf en que un idioma es la llave a un mundo. La mayoría de la gente que estudia ruso, alemán, árabe, aprehenden también una cosmovisión, una literatura, una música. Pero una lengua sólo cobra sentido pleno cuando se usa. De lo contrario, ¿qué diferencia hay entre el ruso estudiado en una mesa y una lengua completamente muerta, como el arameo?*. En cambio, los idiomas aprendidos en la calle, con los taxistas, los vendedores, se nos meten hasta dentro.
Parte del placer que me produjo volver a Sofía se debió a un suceso curioso: cuando bajé del avión, no recordaba una sola palabra del (poco) búlgaro que aprendí en el tiempo pasado allí. Dos días después, lo había recuperado casi todo. Alguien dijo que quien adquiere un idioma adquiere un país, que se hace un hueco en tu corazoncito. Doy fe.
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* Un idioma, como hace tiempo que descubrieron los filósofos de la lengua, supone una forma de pensar. Puedo aportar decenas de ejemplos al respecto. Es bien conocido el caso de los esquimales, que no tienen una palabra para el color blanco, sino muchas. Los árabes distinguen con palabras el camello, la camella y las crías, así como los diferentes tipos de arena. En cambio, usan la misma palabra, “trab”, para “arena”, en genérico, y “polvo”, aunque en Europa sean dos cosas completamente diferentes. Cada sociedad produce el vocabulario que necesita.
En Occidente, concebimos el tiempo de una forma lineal, donde el pasado está detrás de nosotros y el futuro delante. Pero en árabe, la palabra “qoddam”, “delante”, y “qadim”, “antiguo”, tienen el mismo origen. Esto es así porque en el mundo árabe, el tiempo se imagina al revés: el pasado está delante, porque es lo que vemos. En tailandés no existe una palabra para el concepto “cultura” (en el sentido de “la cultura francesa”, por ejemplo), y un porcentaje altísimo de las conversaciones versan en torno a comida. Eso produce una sociedad indolente y no demasiado sofisticada intelectualmente, donde el contexto es importantísimo, hasta el punto de que en las grandes empresas el idioma de trabajo es el inglés, dado que los negocios requieren de una precisión imposible de conseguir con el tailandés. En japonés, los tiempos verbales no dependen del marco temporal, como en las lenguas indoeuropeas, sino de quién es la persona con la que estás hablando (un anciano, tu hermano pequeño, tu jefe…), y de ahí se deriva una profunda estratificación social en la que cada uno conoce muy bien cuál es su papel. Y podría seguir...
I live in London and if anyone says to me “everyone speaks English” my answer is “Listen and look around you”. If people in London do not speak English then the whole question of a global language is completely open.
ResponderEliminarThe promulgation of English as the Europe’s “lingua franca” is impractical and linguistically undemocratic. I say this as a native English speaker!
Impractical because communication should be for all and not only for an educational or political elite. That is how English is used internationally at the moment.
Undemocratic because minority languages are under attack worldwide due to the encroachment of majority ethnic languages. Even Mandarin Chinese is attempting to dominate as well. The long-term solution must be found and a non-national language, which places all ethnic languages on an equal footing is essential.
I would prefer Esperanto.
An interesting video can be seen at http://video.google.com/videoplay?docid=-8837438938991452670
A glimpse of Esperanto can be seen at http://www.lernu.net
But, my dear Brian, with Esperanto we would have the same problem of people who has no access to education, and, thus, who will never learn this language...
ResponderEliminarI agree about the beauty of any language, and I also agree that English is English because of anglo-saxon economical supremacy. But, still... Now, people all over the world can communicate in a way that was impossible 20 years ago!
And, anyway, English won't survive in its purest form... What we find in most places are Pidgin, mixed forms of it, like Singlish in Singapore -where people uses "opened" and "close" as participles-... just to talk about a place where English is an official language, and it's studied at schools. In Thailand, where I currently live, Tha-English (basically, English words with Thai grammar) is such an issue...
(Will Spanglish dominate the world?)
Thank you for reading this blog.