On Nut, 1 de julio de 2009
Regreso a casa en un taxi, solo y medio borracho. Veo pasar las calles de Bangkok, las puertas de chapa de los comercios chinos, el enrejado metálico de los talleres, las muchachas en pantalón corto, las motos. Intento disfrutarlas, sentirlas por última vez. Dentro de poco me habré ido.
El próximo destino es Estambul, y significa hacerme mayor, en todos los sentidos. Significa un mayor compromiso con mi pareja –que es, en último término, el motivo de mi traslado-, unas mejores perspectivas profesionales, un paso adelante. Pero también significa trabajar duro desde el primer día para pagar las facturas, estarme quieto en un sitio durante meses, una mayor responsabilidad. Bangkok es el sitio perfecto para vivir con lo puesto y que merezca la pena. En Estambul, eso simplemente no es posible.
Me da pena irme, claro. Uno siente que le quedan tantas cosas por hacer aquí… Que justo ahora, después de un año y medio, Asia empieza a hacerse medianamente inteligible… Y lo peor es esa certeza de que, cuando me vaya, será para siempre. Ahora, mientras vivo aquí, Bangkok me pertenece. Mañana ya no será así.
Lo sé: nuevo lugar, nuevas experiencias. El cambio enriquece, y a la larga será para bien. Es sólo melancolía, la conciencia de lo que dejo atrás. Hasta siempre, Bangkok. Hola, futuro.
Vaya, hombre, yo que te iba a hacer una visita un año de éstos...
ResponderEliminarsiempre nos quedará Bangkok ;-)
ResponderEliminarMe ha entrado nostalgia al leer tu blog. Dejé a Bangkok hace ... uf ... 21 años, más de media vida, pero hay una parte de mi que sigue allí, los puntos suspensivos de una existencia que dejé atrás - como en muchos otros sitios, pero ninguno como Bangkok / Tailandia.
ResponderEliminarMe gusta tu blog. me lo envió el enlace una amiga inglesa que sigue allí luchando contra toda injusticia y - como no - disfrutando de la vida.