viernes, 30 de octubre de 2009

Turquía se gana un suspenso


29-10-2009

Daniel Iriarte – Estambul

Turquía va para atrás. Al menos eso es lo que se desprende de cuatro informes publicados recientemente por importantes entidades internacionales. Las Naciones Unidas indicaban esta semana que, además de haber bajado tres posiciones en el Índice de Desarrollo Humano, Turquía ocupa el puesto 101 de 109 en cuanto a igualdad de género en puestos de responsabilidad (aunque el índice no incluye a países no miembros de la ONU ni a estados fallidos como Afganistán). Un informe del Foro Económico Mundial sobre el mismo tema señala que Turquía está en el puesto 131 de 134, por delante tan sólo de Arabia Saudí, Benin, Pakistán, Chad y Yemen, y un puesto por detrás de Irán. Ambos índices, empero, no miden la situación general de la mujer –algo difícilmente cuantificable-, sino el acceso de ésta a altos cargos políticos o empresariales.

“Estamos acostumbradas. Aparece un informe y automáticamente buscamos Turquía al final de la lista”, comenta socarronamente Hülya Gülbahar, presidenta de la Asociación de Apoyo y Formación a las Mujeres Candidatas. “En media Turquía se hace política sin una sola mujer, y hasta que esto no se resuelva, las cifras no cambiarán”, asegura.

Por su parte, el informe anual sobre Libertad Religiosa en el Mundo del Departamento de Estado norteamericano señala que en Turquía, a las minorías religiosas “se les bloquean los ascensos en las instituciones públicas por razón de su fe”, y se les dificulta la “celebración de ceremonias, el registro de asociaciones en el gobierno, y la formación religiosa de sus feligreses”. Aunque la promoción de la libertad religiosa no es una de las prioridades del AKP, durante los últimos años se ha producido cierta apertura, que muchos observadores atribuyen al intento de entrar en la Unión Europea.

“Existe un acuerdo sobre un escenario de mayor libertad religiosa de cara al acceso a la UE, pero la voluntad política de implementarlo es escasa, y va muy despacio”, comenta a ABC Hugh Pope, analista del International Crisis Group. “En Turquía es casi imposible construir una iglesia, pero los turcos están construyendo miles de mezquitas en Europa. Lo que los turcos tienen en Europa, los europeos deberían tenerlo en Turquía, pero este país se siente inseguro y piensa en términos de colonialismo del siglo XIX y actúa en consecuencia”.

Pero la peor parte se la lleva la libertad de expresión: la semana pasada, el informe anual de Reporteros Sin Fronteras indicaba que Turquía ha bajado 20 posiciones en el Índice de Libertad de Prensa. El martes, la Corte Europea de Derechos Humanos fallaba contra Turquía por el cierre temporal de cuatro periódicos, a los que se había acusado de hacer propaganda del PKK. Para Ferai Tinç, presidenta del Instituto de Prensa Internacional, “el cierre de periódicos indica que en términos de libertad de prensa, Turquía va detrás de sus propias experiencias democráticas”.

La prohibición de YouTube –desde que en 2008 unos internautas griegos colgaran un video mofándose de Atatürk, el fundador de la República- o el encarcelamiento del periodista Haci Bogatekin están entre las razones de esa caída. También ha influido una sanción multimillonaria al grupo mediático Dogan, muy crítico con el gobierno, y cuya imposición ha sido “injusta” y políticamente motivada, según el último Informe de Progreso de la Unión Europea. Como subraya Pope, “Turquía tiene mucho que hacer aún si quiere entrar en la UE”.

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