martes, 22 de diciembre de 2009

martes, 15 de diciembre de 2009

La última batalla de Aminatou Haidar


(Puedes leer el texto original en la web de Mediterráneo Sur)

No es la primera vez que Aminatou Haidar se encuentra en circunstancias difíciles. “Durante mi primer arresto fui sometida a todo tipo de torturas”, me contaba, sin inmutarse, el día que nos conocimos. Sólo se le quebró la voz cuando mencionó los tormentos de otros. “Había un hombre que se negaba a decir que el Sáhara es marroquí. Pasó toda una semana bajo tortura. Y su madre, una anciana, escuchaba sus gritos…”.


Aminatou es de esas personas cuyo coraje impresiona. Como el de Hamed Hamat. Como el de Brahim Noumría. Activistas saharauis a quienes conocía de mi segundo viaje al Sáhara Occidental, tres meses antes de la Intifada saharaui de 2005. En aquellos días me llegaron las noticias de su arresto, y las imágenes de las palizas a las que la Gendarmería Real les había sometido. Las fotos de la cara amoratada de Aminatou me impresionaron enormemente. Es extraño cuando torturan a alguien que tú conoces.

Meses después, Aminatou salió de la cárcel y vino a Madrid, invitada por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, donde volví a encontrarla*. Seguía siendo la mujer valiente, de hablar suave e ideas contundentes. Acababa de pasar por un período terrible, pero nadie lo hubiera dicho. No había una nota de odio o rencor en sus palabras, sólo una firme convicción al afirmar la justicia de su causa. Como ahora.

Esta puede ser la última batalla de Aminatou. Me gustaría pensar que la va a ganar. Pero Marruecos ha demostrado ser un oponente duro, de los de “o jugamos como yo quiero o rompo el tablero”. Poco importa la muerte de una sola mujer cuando está de por medio la razón de estado (algo que parece pensar también el gobierno español, con una diferencia: lo que en Marruecos es puro tesón, en España es cobardía. El gobierno español no sabe si le aterroriza más presionar a Rabat o que se les muera Aminatou en suelo patrio). Y en ese sentido, no soy optimista: tal vez Aminatou gane. Pero si no lo hacé, morirá. No va a rendirse, eso seguro.

Los activistas del Sáhara Occidental, amén de andar cargados de razón, llevan a cabo una pelea impecable: ni un solo acto de violencia, ni una sola agresión, ni una venganza contra los torturadores. Solo palabras, manifestaciones, una voluntad férrea que ni las mazmorras ni las torturas marroquíes parecen capaces de aplastar. Y aún así la comunidad internacional ignora su lucha. ¿Les iría mejor a los saharauis, tendría más apoyo internacional su causa si en lugar de manifestarse frente a la Cárcel Negra de El Aaiún y ser arrestados les diese por poner bombas? La gran paradoja es que, probablemente, no.

Al final, Aminatou parece haber encontrado la fórmula, pero para ello ha tenido que recurrir al más extremo acto de violencia, el que uno lleva a cabo contra sí mismo al dejarse morir. Dejando claro, eso sí, que la culpa es de otros.

*Las dos entrevistas que le hice a Aminatou aparecen en los documentales sobre el conflicto del Sáhara Occidental que he codirigido, “El Rumor de la Arena” y “Sáhara: hacia la Intifada”. Éste aparece como extra en el DVD del primero, editado por Cameo Films.

Una larga noche en Tarlabasi


ABC EN LA SEDE DEL DTP EN ESTAMBUL


Daniel Iriarte - Estambul
12-12-2009 - Diario ABC

El barrio de Tarlabasi es el corazón kurdo de Estambul, a su vez la ciudad con mayor número de kurdos del mundo. En la calle Kalyoncu Kullugu, que da entrada al vecindario, está la comisaría más importante de la zona, en cuya puerta hay aparcada, incluso, una tanqueta. Unos metros más abajo se encuentra la sede del DTP, en la que normalmente la hospitalidad es desbordante.
Ayer, sin embargo, nadie prestaba atención al reportero. Los ojos de todos estaban clavados en un viejo televisor pasado de volumen, en la que el presidente del Tribunal Supremo leía, en diferido, la sentencia que ponía fin a la formación política.

En anteriores ocasiones, ese mismo televisor mostraba videoclips que ensalzaban la vida de los jóvenes guerrilleros del PKK en la montaña, o a jóvenes «mártires» autoinmolados para protestar por el encarcelamiento de «Apo», como se conoce popularmente a Abdulá Oçalan, el líder del grupo armado independentista. Las canciones eran coreadas ruidosamente por los miembros del partido. Pero ayer nadie decía nada.

El crujido metálico del altavoz reverbera en la sala. «La gente está muy decepcionada. Yo misma pensaba que al final no lo iban a ilegalizar», susurra Emine, una muchacha de Mardin cuyo hermano, dice, está en las montañas con el PKK.

Enfundados en chaquetas baratas -el único calor en la sala es el de los tés humeantes: nadie sabe si podrán pagar las próximas facturas de calefacción-, los militantes sacuden la cabeza ante cada nueva revelación del tribunal. Muchos todavía tenían esperanza: la reciente apertura de una oficina del DTP en Estados Unidos había llevado a algunos analistas a pensar que la reunión a principios de esta semana entre Erdogan y Obama podía influir positivamente en la sentencia.

«Bah, eso lo habían dicho los periódicos turcos. Propaganda, como siempre», espeta desde una esquina un tal Mehmet, los labios apenas visibles tras su frondoso bigote blanco.
De repente, en la calle suenan unos gritos. Todos corren a la ventana: en la entrada de la sede se ha reunido medio centenar de jóvenes, que, como dándole la razón al tribunal, cantan: «¡Sí. El PKK somos nosotros, y nosotros estamos aquí!».

Cruzan un par de contenedores en el asfalto a modo de barricada, y se pierden calle abajo entre cánticos y eslóganes. En la esquina, los policías antidisturbios se bajan la visera de los cascos, preparándose para cargar. Detrás de ellos, las luces rojas y azules giratorias de la tanqueta iluminan la calle a ráfagas. Va a ser una larga noche en Tarlabasi.

La justicia turca ilegaliza el DTP


LA JUSTICIA TURCA ILEGALIZA EL PARTIDO KURDO DTP, LA CUARTA FUERZA EN EL PARLAMENTO

Daniel Iriarte - Estambul
12-12-2009 - Diario ABC

«No se le puede dar libertad de organización a un partido que se mezcla con el terrorismo». Con estas palabras, Hasim Kilic, presidente del Tribunal Supremo de Turquía, sentenció ayer la ilegalización del Partido Sociedad Democrática (DTP), de base kurda, al considerar que existen vínculos entre esta formación y la guerrilla del PKK. El DTP es el único partido kurdo parlamentario y actualmente cuarta fuerza en la Cámara, con 21 de los 544 escaños.

«Hemos tenido en cuenta la ilegalización de Batasuna en España», afirmó Kilic, añadiendo que se ha ordenado también que todas las cuentas bancarias del partido sean intervenidas. La comparación entre ambas organizaciones no es gratuita: durante los últimos años el DTP ha mantenido relaciones tanto con Batasuna como con el irlandés Sinn Fein, y no era extraño que cada grupo enviase delegados a los congresos de los demás. En los últimos tiempos, no obstante, esta relación se había enfriado, al considerar el DTP que su filosofía política estaba más cercana a Aralar que a Batasuna.

Según declaró Kilic, el partido era un «foco de actividades perjudiciales a la independencia del Estado y a su unidad indivisible».

Una semana de disturbios

La decisión venía siendo esperada desde hace largo tiempo. La disolución era posible con apenas siete de los votos en el Tribunal Supremo, y finalmente los once jueces se pronunciaron de forma unánime. Todo ello a pesar de las recomendaciones de la Unión Europea, que había advertido de que este paso podría suponer una violación de los derechos de la minoría kurda.

La ilegalización tiene lugar en medio de una escalada de violencia en el conflicto kurdo. Durante toda esta semana, simpatizantes del PKK provocaron disturbios por todo el país para protestar por las condiciones de encarcelamiento de su líder, Abdulá Oçalan. Las manifestaciones se saldaron con más de 800 detenidos, un centenar de heridos y al menos un joven kurdo muerto por disparos de la Policía.

Esta semana fallecía también Serap Eser, una estudiante de 17 años que el pasado noviembre fue alcanzada por un cóctel molotov arrojado contra un autobús público en una manifestación pro-PKK en Estambul. Más extraña es tal vez la emboscada que el pasado martes se cobró la vida de siete soldados en Tokat, en el norte del país, reivindicada por un comando del PKK que no operaba bajo las órdenes del mando central. Anteayer, el ejército lanzaba una ofensiva de represalia en la que murieron nueve combatientes del PKK.

Estas muertes han caldeado el ambiente en la opinión pública, especialmente en el lado turco. «Pero en realidad, esto no ha influido en la sentencia. La decisión estaba tomada hace tiempo, y se tomó a nivel gubernamental», asegura a ABC Mustafa Avci, copresidente del DTP en Estambul. Tal vez la consecuencia más grave para la militancia kurda radica en que treinta y siete de sus miembros más prominentes no podrán participar en política durante los próximos cinco años. Se espera que los disturbios se recrudezcan en los próximos días.

Sin embargo, en el DTP ya tenían prevista esta posibilidad, y se habían preparado para ello. De hecho, no es la primera vez que la justicia turca ilegaliza un partido de base kurda: ya lo hizo en 2003 con el HADEP, cuya continuación, el DEHAP, es la antecesora del DTP. «Tenemos listo el nuevo partido desde hace un año», asegura Mustafa Avci. «Ya tiene nombre y todo: Partido de la Paz y la Democracia», dice.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Sobre el DTP


El viernes pasado, el Tribunal Constitucional de Turquía ilegalizó el DTP, un partido de base kurda que era la cuarta fuerza política del país. Aprovecho para reciclar varios artículos míos publicados al respecto.



“NO SOMOS EL BRAZO POLÍTICO DEL PKK”


Daniel Iriarte – Diyarbakir
Diario ABC, 4-10-2009

«No somos el ala política del PKK», insisten una y otra vez los líderes del Partido de la Sociedad Democrática (DTP), de base kurda, la cuarta fuerza política de Turquía con un total de 22 diputados en el Parlamento. A pesar de ello, sus ambiguas relaciones con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, considerado un grupo terrorista por la UE y EE.UU.) le aseguran el hostigamiento constante del poder judicial. La semana que termina debería haber tenido lugar en Ankara una sesión del juicio contra los líderes del DTP Ahmet Türk y Emine Ayna, y el diputado Selahattin Demirtas, por «apología del terrorismo». Sin embargo, los dos dirigentes decidieron no presentarse.

«Hay muchos diputados que tenían juicios abiertos por corrupción cuando entraron en el Parlamento, y todos se paralizaron automáticamente. En nuestro caso, es un juicio a la libertad de pensamiento y no se ha detenido, y por eso creemos que esta situación es injusta y no acudiremos al tribunal», asegura a ABC Emine Ayna, quien preside el partido junto al más moderado Ahmet Türk. «El DTP tiene una estructura bicéfala, siempre hay dos jefes a cada nivel», explica Mustafá Avci, copresidente del partido en Estambul. El propósito es que, en caso de que uno de los líderes sea arrestado, siga habiendo otro al mando. El partido tiene abierta una causa de ilegalización que en la actualidad está paralizada.

El ejemplo de Gandhi

Oficialmente, el DTP propugna una solución pacífica al conflicto kurdo, si bien nunca ha condenado la lucha armada del PKK. «La gente dice que los kurdos deberían seguir el ejemplo de Gandhi, que puso a su gente sobre los raíles del tren, y los británicos no les hicieron daño. La diferencia es que aquí, cuando los manifestantes se tumbaron sobre un puente en Nusaybin, los tanques del ejército turco pasaron sobre ellos», declaró recientemente Ahmet Türk.

Osman Baydemir, el popular alcalde de Diyarbakir -ganó las últimas elecciones con un 65% de los votos, el doble que su rival más cercano-, se muestra menos radical: «Sin duda los kurdos apoyan una política pacifista, pero también se sienten inseguros frente al gobierno y al estado, y esto se debe a la historia de los últimos setenta años. En ese tiempo no se ha cumplido ninguna promesa hecha a los kurdos ni han tenido lugar avances positivos. Y por ello ahora hay un problema de confianza».

El DTP gobierna en 54 alcaldías en el sureste del país. «En diez años de gobierno local en la región, hemos conseguido dar a la población cuatro o cinco veces más cantidad de servicios que en los ochenta años anteriores de la República de Turquía», afirma Baydemir. Sin embargo, son muchos los que ven a los miembros de este partido como radicales: es el único partido de peso que no se refiere al PKK como «terroristas». «Antes del levantamiento del PKK nadie conocía nuestro problema. Hemos mejorado, y ahora, cuando se nos reconozcan nuestros derechos culturales, esperamos que el PKK deje las armas y se reintegre en la vida política normal», comenta Ferit Çelik, alcalde de Karliova, también del DTP. «Por mucho que lo rechacen, el PKK es el representante de los kurdos y debe ser el interlocutor en este proceso de paz», dice a ABC.

Cárcel por hablar kurdo

Por ello, las alcaldías de este partido sufren con frecuencia el boicot de la administración central. «No nos reconocen», se queja Çelik. «La situación ha mejorado, pero el problema kurdo anda lejos de estar resuelto», comenta Baydemir: «Yo soy alcalde, y sin embargo tengo varios juicios abiertos. Se pide para mí un total de 283 años de cárcel. La mayoría son por hablar en kurdo», asegura.

Alcalde Superstar



No hace falta pasar mucho tiempo en el Kurdistán turco –llamémosle así, por simplificar, más allá del contenido político de la palabra- para darse cuenta de la complejidad del asunto. Una primera pista: la alcaldía de Diyarbakir, la principal ciudad de la región, financia el Foro Social de Mesopotamia, que no deja de ser un foco de contestación antiestatal, tanto la pro-kurda como la convencional. Me pongo a filmar, y un tipo con rastas se planta delante de mí, con bastante agresividad. “¿Estás loco? ¡No puedes venir a un campo político y filmar a la gente sin preguntarle!”. Tiene razón, supongo, pero eso ya da una idea de que las cosas así son algo diferentes que en España.

La segunda pista nos la da el propio alcalde de la ciudad. Abogado, antiguo activista pro derechos humanos, Osman Baydemir apenas tiene 37 años, pero ya lleva media década gobernando Diyarbakir, con el partido kurdo DTP. Las últimas elecciones las ganó con nada menos que el 65 por ciento de los votos. Baydemir también está en el Foro Social. Cuando sube al escenario, las masas le aclaman como si fuese una estrella del rock.

También tiene sus detractores, sobre todo entre los ultranacionalistas turcos: los que quieren acabar con su vida son legión.

Baydemir, innegablemente, es carismático. Pero ¿dónde podría ocurrir esto, que el ídolo de masas de los jóvenes fuese su alcalde, salvo en el Kurdistán?

martes, 1 de diciembre de 2009

Alimentar al monstruo



Esa tarde -hora española-, dos aviones pilotados por islamistas fanáticos tiraron las Torres Gemelas, y los occidentales nos encontramos en mitad de una guerra contra el islam. Así se percibía en el mundo musulmán, y así nos lo hicieron creer los mandamases de este mundo.


Súbitamente, un Occidente que no sabía nada del islam empezó a preguntar cosas. Y se le alimentó con datos sobre sus peores aspectos, vomitados por las agencias de noticias y rebotados de manera entusiasta por los medios tradicionales, bien por ignorancia o por convicción hacia la causa de la Civilización: manos amputadas a los ladrones en Arabia Saudí, lapidaciones en Nigeria, burkas para las mujeres afganas. Poco importaban los matices entre países, el que en Irán las mujeres sean conductoras de autobús o ministras, que los musulmanes alevíes turcos beban alcohol y no consideren el Corán un libro sagrado, que la poligamia esté prohibida en casi todos los países islámicos, que en Siria el ramadán sea algo más folclórico que otra cosa, que las playas de Líbano estén repletas de chicas en bikini: para el occidental medio, el Islam había pasado a ser un bloque homogéneo. Un bloque a temer, además.


No tengo la menor duda de que dicha información era interesada: estábamos en la “guerra contra el terrorismo”, de objetivo interminable, y para eso necesitábamos un enemigo a la altura. Tuvimos un Eje del Mal, en el que se incluyó en el último minuto a Corea del Norte y no a Siria, como estaba previsto en un principio. Hicimos la guerra en Afganistán y en Irak, y a punto estuvimos de tenerla también en Irán (evitada in extremis a pesar de los esfuerzos titánicos de Dick Cheney por provocarla). Estados Unidos abrió otros frentes en el Cuerno de África y, peor, en el Sahel, donde no existía terrorismo islámico hasta su llegada. Y había planes para abrir otro más en el Golfo de Guinea, en Nigeria (casualmente otro país rico en petróleo).

Para justificarlo se produjeron películas de propaganda, como la execrable “Lágrimas del Sol”, con Bruce Willis y Monica Bellucci, pagada por el Departamento Cinematográfico del Pentágono, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría, que con su retórica de musulmanes-matan-cristianos preparaba el camino para el “intervencionismo humanitario armado”, en Irak y en otras partes del mundo. El señor Samuel Huntington vendió libros como churros con su teoría del Choque de Civilizaciones. Saddam Hussein era socio de Bin Laden, y lo mismo daba Hizbulá que Yasser Arafat, los chechenos que el Frente Moro de Filipinas, Irán que Yemen.


[Algunas voces, como el maestro Kapuscinski, aseguraban que el gran choque en realidad tenía lugar dentro del propio islam (como la guerra Irán-Irak); que el terrorismo islamista mataba, ante todo y sobre todo, a otros musulmanes; y que la verdadera guerra ocurría entre radicales y moderados. Después de mis experiencias de estos años, soy de la misma opinión.]

A los remisos, crisis como la de las caricaturas de Mahoma terminaron de convencerles. Claro, con fanáticos como esos, que son capaces de quemar una embajada por un dibujo, cómo vamos a hablar nada, y fíjate que los tenemos en casa también, nos decíamos, sin prestar atención al hecho de que donde se producían los disturbios eran países ya en profundo estado de crisis anteriormente, como Pakistán o los territorios palestinos. No hubo revueltas en Marruecos, Malasia, Indonesia, Jordania, Bangladesh o Egipto –donde yo estaba viviendo por aquel entonces-, ni siquiera en Argelia, un país que sufría una devastadora guerra civil inacabada. Pero a quién le importaba eso, el que los implicados en los disturbios fuesen un ínfimo porcentaje de todos los musulmanes del mundo: los mahometanos habían vuelto a demostrar su delirio irracional.

Estados Unidos se empantanó en Irak y Afganistán, y eso nos evitó una nueva guerra con otro país islámico. Y entonces llegó Obama y, de la noche a la mañana, la retórica antiislámica en los medios se suavizó hasta casi desaparecer: de repente ya no eran portada los ahorcamientos en Irán, ni las bestialidades de los saudíes, ni la sharia en África. En general, volvimos a retratar al mundo musulmán con sentido común, sin ignorar sus aspectos negativos, pero distinguiendo el programa nuclear iraní de la mezquita de la M-30, el terrorismo en Irak de la situación de la mujer en Marruecos, el conflicto en Somalia de los problemas de las banlieues de París.

Pero es demasiado tarde para la Alianza de Civilizaciones. El monstruo ha sido creado, y hay que alimentarlo: la opinión pública occidental es ya profundamente antimusulmana, y sólo quiere escuchar noticias que refuercen su visión. Ya sabe lo que es el islam, y no necesita otra versión. Les propongo un juego: busquen en internet cualquier noticia en la que aparezca la palabra "Islam", y lean los comentarios.

Ayer, Suiza votó en referéndum la prohibición de los minaretes en las mezquitas del país, y el sí obtuvo el 57 % de los votos. No criticaré los resultados –al fin y al cabo, es una medida tomada democráticamente-, pero sí indicaré que la noticia apareció en prácticamente todos los medios importantes del mundo. El día anterior, el mismo estado había realizado otro referéndum para ver si prohibía la exportación de armamento suizo a otros países, una medida que, de haberse aprobado, podría haber afectado a la vida –y a la muerte- de muchísima más gente. Que levante la mano el que se hubiese enterado.